miércoles, 21 de julio de 2010

Star Trek: La Última Misión

- Es un placer conocerlos a todos -aparentemente, ninguno de ellos había superado la entrada en el Nexus- Estaba seguro de que una nave con la reputación de la suya contaría con una tripulación tan excepcional como la que aquí veo.
- El señor Spock -continuó el Capitán- ocupará el puesto de primero de a bordo en tanto nuestro querido camarada el teniente Marcus no se haya recuperado. Estoy seguro de que servirá bien y de que el trabajo le hará olvidar la dura pérdida de su barco.
- Muchas gracias capitán, aunque debo reconocer que el concepto que tienen de mi en la Flota no incluye la característica "emocional".
- Bien, entonces podré contar con usted al máximo de sus posibilidades, y Dios sabe que las necesitaremos. Ahora debo regresar a cubierta. Si me disculpan...

Salió resueltamente y dejó a Spock para que intimara a sus anchas con los demás. Fue McCoy quien rompió el hielo:

- Como seguro que ya habrá notado, no contamos con toda la dotación reglamentaria de una nave de estas características. Supongo que eso le intriga un poco, ¿Cierto?
- A decir verdad Doctor, yo...
- Lo suponía. Esta extraña situación se debe a un brote de fiebre amarilla que penetró en el Enterprise durante nuestra última escala en Tonga. Acabó con la mayor parte de nuestros oficiales, pero los marineros tuvieron mejor suerte. Incluso el señor Marcus, nuestro primero, se encuentra ahora muy grave y tiene escasas posibilidades de sobrevivir. Es por esto por lo que el capitán le ha pedido que ocupe el puesto. Normalmente suele ser algo desconfiado con las personas a las que no conoce.

- Doctor, le aseguro que es un placer y un honor el servir en este barco, las circunstancias que me hayan traído hasta donde me encuentro ahora no son de importancia... Ahora si me disculpan me reuniré con el capitán en cubierta, aún tengo que cumplir mi misión aquí.
- Si no es mucha indiscrección -respondió Uhura- ¿podría decirnos de que se trata?
- Es muy simple, al capitán Kirk se le ha concedido el grado de Almirante, y debo convencerle para que lo acepte y regrese a casa. Es mi deber como oficial de la Flota.
- En ese caso, creo que no va usted a ser capaz de cumplir su deber -replicó McCoy- jamás he visto a nadie tan testarudo como Jim en toda mi vida.... Exceptuándome a mí mismo, por supuesto.
- ¿Jim?
- Si señor Spock, cuando no estamos de servicio él prefiere ser conocido por ese nombre.
- Fascinante.

Y dicho esto salió a reunirse con su amigo. Jim miraba al horizonte con la vista perdida, parecía estar buscando algo. En ese momento Spock subió al castillo de popa.

- Señor Spock, pensé que le gustaría descansar un poco antes de incorporarse al servicio.
- Gracias capitán, pero me encuentro perfectamente. Quisiera familiarizarme con la nave, si no le importa.
- Por supuesto que no. El Enterprise es el orgullo de toda la Flota Estelar... Quiero decir, de la Flota del Imperio. Supongo que usted ya me entiende.
- Si capitán, entiendo perfectamente.... ¿Me permite una pregunta personal?
- Adelante, señor Spock.
- ¿Qué estaba buscando en el horizonte?
- ¡Así que se ha dado cuenta! pensé que no se me notaba tanto.... En fin, el caso es que desde hace un par de días tengo una extraña sensación. Creo que algo se va a presentar delante mía, y no consigo saber qué es... Cuando vi los restos del naufragio de su barco supuse que era eso, pero esa extraña sensación sigue ahí.
- ¿Qué es lo que vio?
- ¿Perdón?
- Los restos del naufragio, ¿recuerda lo que había junto a mí cuando me encontraron?
- Por supuesto, había.... ¿qué era?....
- ¿Una tabla?
- ¡Sí!.... es decir, no.... Bueno, no lo recuerdo, eso fue hace mucho tiempo...
Algo había encajado en un remoto lugar del cerebro de James T. Kirk.
- "Que es mi barco mi tesoro" -recitó Spock de repente.
- "que es mi dios la libertad" -continuó Jim inconscientemente.
- "Mi ley, la fuerza del viento"
- "Mi única patria: La Mar".
- ¡Jim!
- ¡Spock!... ¿Qué hace usted aquí?.... Pensé que.... ¡pensé que había muerto!
- No fue el único, Jim.
- ¿y lo estoy...? Quiero decir, ¿estamos...?
- No, Almirante. Seguimos vivos.
- Esto no es el Enterprise, ¿dónde estamos?
- Podríamos decir que estamos en una representación idealizada de nuestra nave. ¿Recuerda cómo llegó hasta aquí?
- ¡Sí!, estaba intentando salvar el Enterprise cuando aquella pared.... Y luego nada... hasta ahora.
- Cuando aquella pared estalló, fue transportado a una distorsión espacio-temporal. Dentro de ella el tiempo no es una barrera mayor que los pocos centímetros que nos separan ahora.
- ¿Pero cómo ha llegado usted hasta aquí? ¡Usted no estaba en el Enterprise!
- No en el mismo que usted, pero he venido. Y también Uhura, y el señor Scott... Incluso el Doctor McCoy.
- Spock -Jim había empezado a recuperar la compostura- Debo hacerle una pregunta difícil, pero cuento con su intelecto vulcaniano para que la conteste..... ¿Cómo demonios vamos a regresar?
- Bien, el Enterprise-A fue destruido poco después de que nos transportáramos...
- Maravilloso.
- ... Pero cómo el Doctor diría: "Ahora podemos pasar por encima del tiempo cómo si fuera una simple alfombra".
- ¿Y a qué esperamos para hacerlo?
- Antes tenemos que "despertar" a los otros. Si me acompaña, será sólo un momento, Almirante.
- Lo haré... con una condición... No me llame "Almirante", por favor.
- Perdone, Almirante.
- Sabía que diría eso -masculló Jim.

CONTINUARA

Relato de JUAN TERUEL RAMON.

No hay comentarios: