viernes, 2 de julio de 2010

Star Trek: la ultima mision.

Sólo el silencio siguió a estas palabras de Spock. El vulcano que durante tantos años había evitado sus sentimientos por fin se enfrentaba a ellos y los dejaba salir libremente. Ése fue el homenaje de Spock a su compañero desaparecido. A su alrededor, toda la tripulación del Enterprise contenía a duras penas las lágrimas. Uhura, Chekov, Scotty, Sulu... Incluso McCoy estaba emocionado por sus palabras, aunque por supuesto jamás lo admitiría. No había cuerpo que enterrar, ni familia a la que dar el pésame. Ellos habían sido su familia durante toda su vida. Ahora, todos sentían que el padre había muerto. Lentamente abandonaron el puente de mando del Enterprise, su nave, la que había sido apartada del servicio ante la inminente puesta en servicio de la nueva: El Enterprise-B, como todos la llamaban. El suyo, el histórico, había caído en Génesis, destruida por su propia tripulación. La segunda versión, idéntica a la primera, ahora los acogía mientras esperaba para convertirse en el museo más realista que nadie pudiera soñar. "Ahora tendrán que hacer una sección nueva", pensó Sulu. Salió y las luces se apagaron. Todo había acabado.

Habían pasado dos semanas e Hikaru seguía sin poder dormir. Su nave, el Excelsior, llevaba dos semanas en el dique seco, con todos los ingenieros disponibles trabajando en unas "pequeñas averías", como las había llamado él mismo. Había pensado en aprovechar su permiso para descansar, pero cada vez que cerraba los ojos se encontraba a los mandos de nuevo, esperando una orden del capitán que nunca llegaba. Tanto tiempo como capitán de una nave Estelar y seguía soñando con volver a ser un simple piloto... Se sentía solo, y más aún cuando su hija llevaba tiempo en misión con el Enterprise-B... Para empeorar las cosas, no había vuelto a ver a nadie de la tripulación desde el funeral. Suponía que todos estarían tan deprimidos como él, así que no le extrañaba. Se levantó para ir a la cocina y prepararse un té cuando el timbre de la puerta sonó. Volvió sobre sus pasos y la abrió, sin ganas de atender a nadie.

- ¡Señor Spock!, ¿Qué hace usted aquí?
- Bueno, pensé que tal vez estaría usted dispuesto a acompañarnos en una breve expedición sentimental.
- ¿Acompañarlos? ¿Expedición?... ¿¡ Sentimental !?
Entonces se asomó un poco más y los vio:
- Uhura, Pavel, ¿Qué hacéis aquí?
- ¡Vamos Hikaru! -dijo Chekov- ¿No sabes preguntar otra cosa?
- Un momento, dejadme hacer mi equipaje y después iré con vosotros al fin de Universo si queréis.
- No es necesaria tanta prisa, señor Sulu -cortó Spock-, aún nos quedan unos cuantos cabos por atar, pero hemos concertado una cita dentro de cuatro días, en el muelle K. Vamos a dar un paseo en nuestra vieja nave.
- ¿En serio?, y qué piensa la Flota de todo eso
- Tranquilo Hikaru -ahora habló Uhura- están de acuerdo en que hagamos un viaje de nostalgia al lugar donde desapareció el almirante... ¿Vas a venir o no?
- ¿En serio esperas que deje a Pavel solo a los mandos?. ¡Allí estaré!
- Bien señores, en marcha, aún tengo que hacerle una visita al doctor y convencerlo de que también los vulcanos tenemos ideas buenas de vez en cuando.

Una hora después, en casa del Dr. McCoy...

- ¡Ya Va!, ¡Ya Va!, ¡Malditas prisas!
Bones se dirigió a la puerta y quitó el cierre.
- Buenas tardes, doctor, me alegra ver que su humor no ha empeorado con el tiempo.
La inconfundible silueta de Spock se recortaba ahora contra la luz del pasillo.
- Ahórrese ese maldito sarcasmo vulcaniano, sabe muy bien que no lo soporto.
- Tal vez le agrade más el estilo formalista de los comunicados de la Flota Estelar -dijo mientras le alargaba un papel- Llegó esta misma mañana.

Ambos entraron, Bones tomó asiento e invitó a Spock con un leve gesto de cabeza a hacer lo mismo. Una vez los dos estuvieron acomodados, empezó a leer el mensaje; decía así:

De la Flota Estelar al Capitán Spock.

"Considerando las circunstancias presentes, autorizamos su viaje a bordo de la nave Estelar USS Enterprise NCC-1701-A para rendir un último homenaje a su recientemente fallecido superior, el Capitán J. T. Kirk. Autorizamos también a que lo acompañen todos los miembros de la tripulación habitual que deseen hacerlo. Los interesados deben presentarse en el Muelle K en una fecha a convenir, y que no será concretada hasta que no nos haya sido comunicado el recorrido previsto y los nombres de todos sus acompañantes. Rogamos, por tanto, que dicha información sea remitida con la mayor prontitud."

- ¿Qué es lo que ha hecho para conseguirlo? -preguntó Bones con cara de incredulidad.
- Como usted sabe, tengo una buena reputación, pero ni siquiera eso habría bastado para convencerlos sin contar con la ayuda de los muchos amigos que el almirante dejó.
- Bien, vulcano del demonio, ¿y a qué espera para apuntarme a la excursión?
- Nada doctor, en realidad ya lo está. Salimos dentro de cuatro días, a las 09:00 horas... ¿Puedo confiar en que se despertará a tiempo? ¿O tal vez deba venir a hacerlo yo mismo?
- Spock, si no me despierto... me someteré al Kholinar.

Así pues, la tripulación del Enterprise había sido reunida de nuevo. Sólo quedaba esperar un poco, y de nuevo estarían como en los viejos tiempos.... o casi.

Relato escrito por JUAN TERUEL RAMON.

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