lunes, 12 de julio de 2010

Star Trek: La Última Misión


- Vamos, usted sabe tan bien como yo que desapareció en el Espacio... Nadie es capaz de sobrevivir a eso.
- Tiene razón, pero... ¿Está usted completamente seguro de que fue eso lo que ocurrió en realidad?
- Vamos Spock, no me haga pensar tanto y dígame de una vez qué es lo que tiene en mente.
Spock hizo una pausa, como para aclarar sus ideas, y continuó:
- Usted conoce ese axioma que dice que una vez que eliminamos lo imposible...
- ...Lo que queda debe ser la verdad, por improbable que parezca. Lo conozco lo suficiente como para saber que no es una explicación. Vaya al grano de una vez.
- Como usted quiera, doctor... Mi extraño comportamiento de las últimas semanas tiene una causa bien definida: Jim está influenciándome.
- ¿Es eso posible? -McCoy estaba dispuesto a no dejarse impresionar por nada que oyera.
- Teóricamente lo es. Es algo bien conocido que el Almirante y yo compartimos un vínculo mental muy fuerte; gracias a él se salvó de morir a manos de Garth de Izar. Ahora es posible que lo esté utilizando para atraerme al lugar donde se encuentra.
- ¿Y cuál es ése lugar?
- He hablado con algunos de los supervivientes de la nave Lakul. Todos recuerdan una especie de lugar en el que se encontraron totalmente a gusto. Algunos de ellos lo llaman Nexus, pero lo más fascinante es que todos sin excepción lo sitúan dentro de la Cinta de Energía.
- ¿Y cómo ha llegado a esa conclusión? Porque estoy seguro que no nos ha embarcado en esta nave por un simple y extremadamente ilógico sentimiento.
- Siguiendo el axioma: Jim puede comunicarse mentalmente conmigo sólo cuando está consciente, y por lo tanto vivo. Yo estoy recibiendo sus mensajes, así que es imposible que esté muerto.
- Eso es fantástico... voy a decírselo a los demás antes de que lleguen los Klingons.
- No Doctor, no debe hacerlo.
- ¿Por qué?
- No estoy seguro de que sea lo correcto. Pretendo acercarme a la Cinta de Energía para intentar rescatar a Jim, pero hasta que no estemos allí nuestro deber es no hacerles concebir falsas esperanzas... Después de todo, las naves que se han acercado han sido destruidas. Si de verdad se considera amigo de Jim, guárdeme el secreto hasta que estemos frente a la Cinta.
- Spock, su secreto está a salvo conmigo... aunque si conseguimos rescatar a Jim echaré de menos su faceta humana.
- Bien Doctor, a lo mejor no tiene por qué hacerlo.


Bones no escuchó estas últimas palabras, había salido ya de la sala y se disponía a recibir a los invitados a la recepción. Nunca se le había ocurrido hacerlo antes, pero ahora se sentía dispuesto a todo.
- Debes hablar con Spock más a menudo -se dijo en voz alta-, ahora mismo acaba de quitarte treinta años de encima.

Llegó justo en el momento en el que Korrd acababa de materiarizarse. Como el oficial de más alta graduación había sido el escogido para encabezar la representación. A su lado, otros dos conocidos personajes y un tercer Klingon al que no habían visto antes.

- Capitán Klaa, no sabía que estuviera usted en la expedición -Scotty recordaba muy bien a aquel joven oficial- Bienvenido a bordo.
- ¡Vaya! Así que está aquí la versión Klingon de Jim -Bones había empezado a llamarlo así después de su temeridad al atravesar la Gran Barrera sólo para luchar contra el Enterprise- Veo que hoy se nos presenta menos pendenciero.
- ¿Es así como se comportan los humanos ante la muerte de un gran guerrero? Nosotros guardamos un año de luto en el que no se celebra ninguna fiesta.
- Si llevara tanto tiempo tratando con humanos como yo, no se vería sorprendido por comportamientos tan ilógicos como los del Doctor McCoy -dijo Spock, que acababa de entrar en la Sala del Transporte.
- Cállese Spock -contestó Bones con una sonrisa- ¿Recuerda a...?
- Mi memoria se encuentra en perfecto estado Doctor.... Tasha Yar, primer oficial de cierto pájaro de presa con el que una vez salvamos la vida del Almirante... Sí, ha pasado mucho tiempo.
- Caballeros -intervino Korrd de nuevo- Si les parece podemos continuar nuestra charla en un lugar algo más confortable.... ¿Le queda algo de ese "Sputch", señor Scott?.
- Scotch, General. Ningún escocés que se precie sale jamás de viaje sin una buena reserva.
- Vamos a comprobarlo.
Todos salieron de la Sala de Transporte. Las coordenadas habían sido transmitidas y el resto de los invitados se transportarían directamente al salón. Spock dejó a Scotty y McCoy con Korrd, Klaa y Tasha Yar y se fue por un pasillo diferente con los otros dos Klingons. Nadie más lo sabía, pero eran dos de los mejores ingenieros del imperio, traídos expresamente por Korrd para introducir ciertas mejoras en el Enterprise.

Cuando Scotty y McCoy llegaron al salón se encontraron con que unas diez personas les esperaban ya. Minutos después, la recepción se encontraba en su apogeo., incluso Spock y los dos misteriosos Klingons se habían sumado a ella, no sin antes haber preocupado tanto a Scotty con su ausencia como para hacerle bajar a la sala de máquinas.
A juzgar por el aspecto de los presentes, pocos hubieran podido imaginar que se hallaban en una nave de la Federación, pues los Klingons eran amplia mayoría. En las mesas, bebidas y entremeses de todas partes de la Galaxia.... Con una pequeña excepción harto molesta para McCoy. A pesar de que las reservas con las que Spock había dotado al Enterprise incluían suficientes litros de cerveza Rómula como para emborrachar a todo un batallón de Klingons y terrícolas, no había la más mínima señal de su existencia, y es que después de la última recepción con Klingons el Almirante había prohibido terminantemente que se volviera a servir en las recepciones diplomáticas, y la memoria de Spock, más que buena era infalible.

En un momento dado, Korrd se dirigió a un extremo de la sala y reclamó la atención de los presentes.

- Unos momentos de atención, por favor. he de hacer un anuncio extremadamente importante -dicho esto sacó un papel cuidadosamente doblado e hizo un pequeño silencio antes de comenzar a leer- Debido a la desaparición del Almirante Kirk, de la Flota Estelar, el Alto Mando del Imperio Klingon ha decidido homenajear al primero enemigo, después aliado y siempre gran guerrero. Con motivo de su muerte se ha decidido que el buque insignia de nuestra flota pase a llamarse "Korg Kirk".

- ¿Spock?
- "El Fiero Kirk", Doctor. Un gran honor para Jim, nosotros mismos y toda la Flota.
Todos aplaudieron con ganas, como un solo hombre.
- Ahora, brindemos -Korrd levantó su copa y dijo- Por la tripulación del Enterprise, los más valientes guerreros que he conocido en mi vida.

Klingons, humanos y Vulcanos alzaron sus copas y bebieron. Korrd volvió su mirada hacia McCoy y los demás, que inclinaron su cabeza saludándolo. Chekov tomó la palabra y respondió al brindis.

- Por el Imperio Klingon, desde hoy y para siempre, nuestros aliados y amigos.
- Has debido practicar mucho para evitar tu acento -Señaló Sulu en voz baja.
- Szi, un poco.
De nuevo se alzaron los vasos, y cuando bajaron, ya todos parecían miembros de una misma tripulación. Ahora por fin se abrían definitivamente las puertas para una alianza permanente de los Klingons con la Federación, después de tantos años de tensas relaciones y reproches mutuos.

Tras el brindis, Sulu se había quedado sólo en un rincón, pensativo, y cuando Uhura se acercó él le dijo:
- Lamento que haya sido una muerte lo que nos haya unido.
- Yo también, Hikaru, yo también...
Él le ofreció su brazo y ambos se unieron a los demás en la fiesta.


CONTINUARA.


Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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