lunes, 19 de julio de 2010

Star Trek: La Última Misión

Todos los demás habían abandonado sus quehaceres y ahora miraban a Spock con los ojos casi fuera de sus órbitas. Él continuo con su explicación, ajeno a la atención que había levantado.
- Seguro que recuerda cuando fuimos a buscar las ballenas grises al pasado.
- Perfectamente.
- Bien, pues para regresar tuvimos que recristalizar el Dilitio con isótopos radiactivos. Al parecer, el procedimiento que utilizamos para neutralizar su toxicidad tuvo un efecto con el que no contaba.
- ¿Con el que no contaba...? ¿Usted? Es increíble, Spock.
- Todos somos humanos, Doctor.
- Corríjame si me equivoco. ¿Un viaje en el tiempo que realizamos hace casi diez años ha dado como resultado esa cosa que tenemos ahí delante?
- Así es.
- Fascinante.
- Bien, ya sabemos el origen -intervino Uhura- ¿Hay algo más que debamos saber?
- Varias cosas más. La primera es que una vez se entra en el Nexus, jamás se sale completamente.
- Me parece que eso no lo entiendo -dijo Sulu- ¿Vamos a intentar algo que es imposible?
- No exactamente. Se puede salir del Nexus, pero al parecer siempre queda atrapado dentro una especie de reflejo de la persona. No es ningún problema, pero esa imagen permite que la persona no muera nunca. Incluso cuando su existencia física termina, siempre se puede volver al Nexus y recuperarla, pues dentro del mismo el tiempo es una dimensión tan accesible como las otras tres. Una vez dentro seremos capaces de escoger cualquier momento temporal, y cuando muramos, siempre podrá venir alguien a sacarnos y darnos una nueva oportunidad... Les agradecería, por tanto, que esto último lo mantuvieran en secreto, no tengo interés en conseguir la inmortalidad. "La Inmortalidad sólo tiene un problema: es mortalmente aburrida".
- ¿Tennyson? -preguntó McCoy.
- James T. Kirk -respondió Spock.

- Señor Scott, es el momento de preparar el deflector principal.
- Voy ahora mismo, Capitán.
- Mensaje urgente de la Flota Estelar: Nos ordenan que no abandonemos la nave para entrar en el Nexus.
- Contaba con ello. Uhura, dígales que acabamos de ser atrapados por la Cinta de Energía y que no podemos cumplir sus órdenes. Señor Sulu, métanos dentro.
- Vaya, vaya, Spock, veo que se está convirtiendo en todo un profesional de la.... exageración.
- Entrando en el Kampo gravitazional de la Zinta, Kapitán Spock -Chekov hizo que Spock no contestara.
- Ya está hecho. Los escudos aguantarán unos cinco minutos, no más, pero tendremos que bajarlos para transportarnos y eso nos deja con menos de diez segundos para completar el transporte.
- Gracias señor Scott. Vaya a Transportación y espere mis órdenes. Doctor, Uhura, Chekov, acompáñenlo. Señor Sulu, colóquenos de tal forma que la trayectoria de la Cinta no nos empuje fuera.
Los demás salieron del puente con rapidez.
- Los escudos están al ochenta por ciento, ¿Estamos listos, Señor Sulu?
- Cuando usted quiera, señor Spock.
- Pase el control de escudos a la consola de transportación -pulsó el botón del intecomunicador y dijo:- Señor Scott, allá vamos, esté preparado.
- Recibido señor Spock.
- Vamos a Transportación, señor Sulu. Un amigo nos está esperando.
- Si señor Spock.

Ambos salieron a paso ligero del Puente y en un instante se encontraban al lado de los demás, preparados para transportarse.

- Ya he programado la consola -dijo Scotty- un minuto para el transporte.
- Gracias señor Scott. Recuerden que debemos intentar recordar nuestra situación y buscar al Almirante. Puede estar en cualquier punto del espacio o del tiempo, así que tal vez algunos de nosotros no lo encontremos. Que quien lo haga busque a los demás antes de salir... ¿Alguna pregunta?
- ¿Qué haremos para "buscar"? -preguntó Uhura.
- Buena pregunta -contestó Spock, y ya no dijo nada más.

La voz sintética del ordenador desgranaba la cuenta atrás:
- Diez segundos para el transporte.... Cinco.... Cuatro.... ¡Escudos bajados!.... Dos.... Uno.... ¡Transporte!.

Segundos después, la nave se inundó de ruidos metálicos y de explosiones. Cuando la mezcla de materia y antimateria llegó a su punto crítico, el Enterprise se dobló sobre sí mismo y desapareció convertido en una masa informe de color rojo fuego. Su tripulación estaba ahora perdida en medio de una distorsión gravitacional desconocida, con la única esperanza de que los cálculos de Spock fueran acertados y con el firme propósito de no dejarse engatusar por ninguna de las maravillas que el Nexus les mostrara.
CONTINUARA
Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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