lunes, 18 de octubre de 2010

Star Trek el enemigo definitivo.

El primer impacto no se hizo esperar. Todo el edificio tembló del techo a los cimientos.

- ¿Scotty?
- Capitán, los escudos han aguantado... Por poco. Desde luego, no van a sernos de gran ayuda.
- Entiendo... Que no sobrecarguen el generador. Necesitamos la energía más que los escudos.

El segundo impacto no fue único ni tan aislado como el primero. Todos notaron cómo el edificio era golpeado desde todos los puntos posibles. Apenas tres minutos después del primero, Scotty informó:

- Allá van nuestros escudos; espero que los que diseñaron éste edificio hicieran unos cálculos de integridad realmente generosos.

Nadie respondió, pero todas las manos apretaron con firmeza la empuñadura de los fásers... Y un par de puños además se cerraron sobre las de sus espadas de acero escocés.
Los golpes se volvieron más erráticos y espaciados en el tiempo, hasta que sin previo aviso Scott hijo gritó:

- ¡Brecha en la habitación sur-sureste! ¡Muy pequeña, apenas quince por veinte centímetros! ¡Un tentáculo!

Scotty envió a tres personas de su equipo hacia su hijo. El tentáculo, coloreado como un verdadero uniforme mimetizado en tonos verdes, negros y marrones, acababa en lo que sólo podía ser un globo ocular.
Scott abrió fuego con el fáser, pero sin resultado aparente. El tentáculo siguió avanzando. El refuerzo se unió al fuego de Scott: Tampoco hubo resultados entonces. Pasando su fáser a la mano izquierda y sin dejar de disparar, Scott desenvainó su espada con la derecha y cortó limpiamente el ojo junto con medio metro de tentáculo mientras saltaba hacia un lado. Ése gesto le salvó la vida, pues del miembro cortado, un apéndice nuevo parecido a un cuerno o un colmillo salió proyectado, o mejor dicho disparado, atravesando limpiamente el pecho de uno de los colonos que ayudaba a Scott. El tentáculo herido despareció por la abertura tan rápidamente como había entrado.

- ¡Fásers a máxima potencia! Doctor, ¿Cómo está el herido?
- Muerto, Capitán. Que nadie toque ese colmillo, debe estar lleno de algún tipo de neuro-toxina.
- Ya oyeron al Doctor. ¡Scott! ¡Scotty! Sigan usando sus espadas... Y que nadie se ponga delante de ningún tentáculo.

Ésta vez, la brecha se abrió frente a Jim Kirk, que apenas había tenido tiempo de ajustar su fáser. Hizo blanco y el ojo se retiró. Ésta vez, un colmillo voló hacia él sin tentáculo visible que lo disparara. A tan sólo diez centímetros de su rostro, la espada de Montgomery Scott lo desvió hacia el techo, donde quedó clavado.

- Gracias, Scotty.
- Ésa estuvo cerca, Capitán... ¡Muchachos! Desmontad ése suelo ¡Rápido! Con un poco de suerte, nos protegerá de los colmillos.

El momento de tanteo había terminado; inmediatamente, surgieron brechas alrededor de todo el edificio y ya no aparecían los tentáculos de uno en uno, sino por decenas cada vez... Y ya no sólo se trataba de lo que acababan en ojos, sino que unos nuevos con forma de cañón se unieron a los primeros, lanzando colmillos al interior. Las planchas de suelo, como Scotty había pensado, eran un buen escudo, pero no pudieron impedir que diez colonos más de entre los que formaban el segundo anillo fueran alcanzados. Scotty seguía dando órdenes y enseguida las armas eran empuñadas por nuevas manos.

- ¡Saat! ¡Cuidado!

La advertencia no llegó a tiempo; por suerte, no fue un colmillo sino un tentáculo ocular el que le golpeó la cabeza, dejándole inconsciente, pero no muerto. Un segundo tentáculo se enroscó en sus piernas y comenzó a arrastrarle hacia la grieta por donde había entrado, que ahora varios tentáculos abrían más y más.
Scotty corrió hacia él con la espada en la mano, pero Ríos estaba más cerca y Scotty le lanzó el arma. Ríos la tomó y en un solo movimiento golpeó y cortó el tentáculo casi un metro por debajo de las piernas de Saat. La parte seccionada se enderezó al instante y quedó inmóvil en el suelo. Ésta vez, ningún colmillo salió disparado.
Ríos devolvió la espada a Scotty, y se dispuso a arrastrar al inconsciente Saat hacia el doctor. Mientras tanto, Scotty se colocó frente a la grieta y comenzó a disparar su fáser, cubriendo la retirada.
Continuara.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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