martes, 7 de septiembre de 2010

Star Trek: El enemigo definitivo

- Seguro que lo lamentaré el resto de mi vida –pensaba mientas redactaba una petición más inusual y desde luego mucho menos formal y respetuosa que todas aquellas que había dirigido anteriormente al Presidente de la UFP.

La firmó, por primera vez, con su auténtico rango:

“Contra-Almirante James Tiberius Kirk”.

Pulsó “enviar” y se dispuso a esperar las 72 horas que sin duda tardaría la respuesta, rogando no arrepentirse de lo que acababa de hacer…

Apenas 5 minutos después, se sobresaltó por el aviso sonoro que le informaba de la respuesta. La leyó y la releyó hasta convencerse de que no se equivocaba:

- “El Sr. Presidente le recibirá mañana a las 09:00h. Se le espera correctamente uniformado”.

“En Marcha”, pensó Jim Kirk, y ya no pudo tranquilizarse en todo el día.

Capítulo 2: Futuro.

- El Contra-Almirante James T. Kirk se presenta.

Mientras decía esto, el reloj de pared cambió de las 8:59 a las 9:00h.

- Sea bienvenido, Contra-Almirante… Teniente
- ¿Señor?
- Sus servicios de escolta al Contra – Almirante no son requeridos desde este momento.

El Teniente Shears fue incapaz de disimular su absoluta incomprensión ante las palabras del secretario.

- ¿Señor? Mis órdenes son las de esperar al Contra-Almirante Kirk hasta que termine su audiencia con el Sr. Presidente.
- Esas órdenes han cambiado, Teniente, tenga.

El Secretario alargó un PADD que el Teniente Shears leyó para después cuadrarse y decir:

- Contra-Almirante Kirk, permítame indicarle que servirle de escolta ha sido un privilegio para mí.
- Gracias, Shears, para mí también ha sido un placer. Quisiera preguntarle por su próximo destino, si no tiene inconveniente…
- No, señor. He sido destinado al mando de la USS Stargazer, con ascenso inmediato al rango de capitán.
- Mi más sincera enhorabuena, Capitán. Ha sido usted un excelente perro de presa para este viejo zorro. Le deseo lo mejor a usted y a su tripulación.

El recién nombrado Capitán Shears se cuadró una vez mas, musitó un “gracias, Señor”, y dejó el ante-despacho de forma elegante.

- Contra Almirante Kirk.
- Señor Presidente… Mis excusas, Señor, estaba despidiéndome del teniente… Quiero decir, del Capitán Shears.
- Sus disculpas no son necesarias, Kirk. Pase, por favor.

Como no podía ser de otro modo, el despacho del Presidente de la UFP se encontraba dentro de un híbrido entre Base Estelar y Nave Espacial. De este modo, el Presidente podía desplazarse y orbitar alrededor de cualquiera de los planetas miembros de la UFP. En el Siglo XXIII, la política seguía consistiendo en gran medida en la habilidad para que nadie resultara ofendido sin comprometerse más allá de lo estrictamente necesario.

James Kirk no pudo sino admirar la magnífica vista de la Tierra que se le ofrecía desde el despacho del Presidente. Precisamente por eso le sorprendió el escuchar de los labios del mismo éstas palabras:

- Sé que ya conoce al nuevo Almirante al mando de la Flota Estelar; el Almirante…
- ¡Spock!
- Saludos, Contra-Almirante. Es un placer volver a verle.

El Presidente aseguró las puertas y desactivó el inter-comunicador.

- Caballeros, si no estoy muy equivocado, nos encontramos entre amigos, así que les sugiero que dejemos de lado los rangos y demás formalismos militares. Ustedes saben bien que sólo soy un civil con suerte en la política. Llámenme Karg.
- “Karg” –pensó Kirk- Por mucho que no perteneciera a la élite guerrera, tanto a él como a Spock les resultaba extraño llamar por su nombre a un klingon que rozaba los dos metros de altura. Más aun cuando se trataba del Primer Presidente Klingon de la UFP.

- Señor Pres… Karg –se corrigió inmediatamente Kirk- fui yo quien le solicitó ésta audiencia, y debo reconocer mi sorpresa cuando se me concedió con tanta rapidez. Quisiera conocer el motivo.
- Verá, Kirk, el caso es que en los últimos años he recibido de usted no menos de veinte solicitudes de que se le permitiera volver a salir al espacio de algún modo, y siempre me he visto obligado a denegar dichas solicitudes… Hasta hoy.
- ¿Y cuál es el motivo de este cambio? No alcanzo a verlo
- Creo que el Señor Spock, aquí presente, puede responder mejor que yo a su pregunta.
- ¿Spock?
- Jim, si mal no recuerdo, ésta es la primera vez que firmas una solicitud de cualquier tipo con tu auténtico rango.
- Querrás decir con mi rango “oficial”. Soy y siempre seré capitán; sólo sé mandar una Nave Estelar.
- El Presidente Karg y yo mismo pensamos que eso no es totalmente correcto.
- Así es, Kirk –el Presidente retomó la palabra donde Spock la había dejado- Spock y yo mismo llevamos un tiempo contemplando un posible destino para usted… Un destino que creo que nos satisfará a todos, y para el que está usted sobradamente preparado gracias a todas esas conferencias a las que le hemos hecho acudir.
- Con todo el debido respeto, Señor –Jim Kirk no pudo en esta ocasión evitar el formalismo militar- Los asistentes a dichas conferencias me consideran de modo unánime como un viejo dinosaurio.
- Tienes razón, Jim… Pero lo que no sabes es que esos mismos asistentes han recordado tus palabras una vez acabadas las conferencias. Algunos de ellos se han enfrentado a situaciones similares y han actuado como tú recomendaste que se hiciera en esos casos. Sabes que los Vulcanos no mentimos, así que te diré que otros no han seguido el curso de acción que les propusiste… Tanto los que siguieron tus consejos como los que no han tenido casi siempre éxito, pero si hay algo que nos ha quedado claro según sus informes es que a todos ellos, sin excepción, tus palabras les abrieron nuevas perspectivas, nuevos caminos de acción que no habrían visto de no haberte escuchado.
- Spock, ¿Es cierto eso que dices?
- Muy cierto, Kirk –Una vez más, el Presidente continuó sin dificultad aparente el discurso de Spock, provocando la inquietud de Jim Kirk, que se tensó al pensar cuánto tiempo llevaba en marcha aquel proyecto del que no sabía nada- Spock lleva años recopilando y analizando sus informes, y su conclusión es la única posible con los datos disponibles.
- Spock… Karg… ¿A dónde quieren llegar?

Continuara.

Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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