martes, 8 de noviembre de 2011

STAR TREK TNG EL HERMANO MAYOR de Aralba



Fecha Estelar: 50.896.4

Diario del Capitán:

“Después de una dura misión de rastreo, y descontaminación Borg de los conductos de Jeferies, la U.S.S. Enterprise-E se encuentra en órbita estándar del Planeta Omicrón VI, sede de la más importante colonia minera de duranio que posee la Federación.

Suspendiendo temporalmente, unas merecidas vacaciones, la Flota Estelar nos ha enviado para aprovisionar a los colonos así como para desarrollar reparaciones vitales en las instalaciones que producen el metal que recubre, en un 85%, la superficie exterior de las naves estelares.”

La pantalla principal del puente de mando mostraba un primer plano del hermoso planeta cuyo color meloso era salpicado por el lujurioso verdor de unas pocas pero tupidas selvas y el verde azulado de sus múltiples lagos.

- Sr. Data ¡Informe!.

- Capitán, el Planeta Omicrón VI pertenece a la categoría M y es el cuarto miembro rocoso de la Estrella Centinel-Epsilón, la cual lleva en actividad unos 2.500.000.000 de años, treinta y seis meses, dos semanas, veinticinco días, tres horas… Se encuentra situado en el Sector Alpha de la Galaxia en la horizontal de la Constelación de Ofiuco. También…

- Es suficiente, Data –interrumpió el Capitán al Comandante Científico, mientras arqueaba levemente sus cejas y mostraba un habitual rictus de circunstancia.

Geordi La Forge se presentó al Capitán, mostrando sus biónicos ojos azules a modo de cristalinos caleidoscopios.

- Señor, ya hemos preparado un grupo de reparaciones; estamos a la espera de sus órdenes para empezar a transportarnos al Planeta.

- Proceda, Señor La Forge.

Minutos después, Picard y su tripulación quedarían atónitos al escuchar, vía comunicador de la Nave, la voz del Primero.

- Jean-Luc, dirígete a mis aposentos inmediatamente. Es una Orden.

Picard, con su característica flema sajona, no llegó a alterarse ni un ápice, a pesar de que su rostro expresaba indignación mezclada con unas buenas dosis de asombro.

- ¡Número Uno! Riker; pero que demonios… Vaya falta de respeto –Susurró, manteniendo un instante de silencio y mirando con interrogación al rostro de la Consejero Deanna Troi-. Consejero, Señor Worf acompáñenme a la habitación de William T. Riker. Esto es inaudito.

En realidad, la mente del capitán había entrado en un bucle de pensamientos, cuya palabra Fascinante no paraba de repetir. Inmediatamente, creyó intuir la verdadera naturaleza del problema al que debería de enfrentarse.

Mientras el Capitán y sus subordinados se dirigían hacia el turbo-ascensor, aquel les interrogó acerca del Comandante Riker y si habían notado, recientemente, algún comportamiento anómalo en éste.

Worf salió a la zaga.

- Estoy tan atónito como usted, Capitán, el Comandante jamás actuaría de un modo tan impropio…

- Capitán –interrumpió la consejero -, me permití comprobar las coordenadas del ordenador. Aparentemente, ha sido Riker quien ha pronunciado esas palabras. Sin duda alguna se trata de sus cuerdas vocales pero…

- ¿Pero qué, Consejero?

- Capitán, he notado una poderosa presencia. Era Riker; pero parecía no ser él, y sin embargo, su Fuerza me resulta de una familiaridad extrema.

- Señor Worf, lleve el fáser en posición de aturdir. Ya sabe, por si acaso.

- Sí, Señor –La mirada atónita del Jefe de Seguridad mostraba desconcierto ante una situación tan absurda.



El turbo-ascensor quedó, súbitamente, parado debido a un misterioso fallo que el Ordenador de la Enterprise no supo diagnosticar.

- Bon Jou, Mesie Picard –La imagen de Riker se materializó, en paños menores, dentro del concurrido habitáculo utilizado para desplazarse entre cubiertas -, siempre es un inmenso placer saludar a un viejo amigo.

- Debí suponer que era Usted ¿Qué ha hecho con mi Primer Oficial?

- Me desconcierta, Sir Capitán ¿Tan mala interpretación he realizado? La mente de Riker duerme plácidamente en una agradable grieta inter-dimensional.

- Y mientras, usted utiliza con descaro su cuerpo. Eso no está bien Q.

Worf empezó a gruñir y a sujetar con excesiva firmeza su fáser. El Capitán se dio cuenta de la intranquilidad del Klingon.

- Tranquilo, Señor Worf ¡no es nadie! Tan sólo es Q.

- Me ofendes Jean-Luc –La sonrisa de Riker acompañaba, adecuadamente, la expresión, burlona, inducida por el Ente atemporal.

- Capitán –Intervino Troi -, noto una anomalía emocional de una intensidad considerable.

- ¡Oh! Que bellas emociones sacáis a relucir las criaturas humanas –comentó Q-Riker con su característica ironía de Clown -, no lloréis bellísima princesa por vuestro amado príncipe, tan sólo sueña y no me preguntéis con qué.

- Acabe con esto, de una vez, y deje en paz a mi tripulación. Lo que tenga que decirme hágalo personalmente.

Riker-Q, chasqueó los dedos y, al instante, los apretados ocupantes del turbo-ascensor se vieron transportados a los aposentos del Primer Oficial.

- Sólo es una broma Capitán –Señaló, un inmaterial Q, al cuerpo tendido de Riker -. Ahí tienen, acurrucado entre sus sábanas de polímeros, a quien desestimara el regalo de la inmortalidad, la Omnipotencia y no sé cuantas cosas más.

- ¿Usted? –exclamó Riker tras despertar acalorado, como si acabara de salir de una pesadilla -, ¿Qué sucede Capitán? Troi, Worf ¿qué hacen en mi cuarto…?

- Inevitablemente, Número Uno, nos toca sufrir de nuevo, los caprichos de una Entidad que no sabe o no quiere respetar las intimidades humanas. Q vuelve a hacer de las suyas –Respondió Picard mientras señalaba con su mirada al ya tradicional y forzoso polizón.

- No, Jean-Luc –Interrumpió la Entidad ya con su voz y cuerpo de siempre -, he sido comisionado por el Continuo para proporcionar una noticia de vital importancia a las razas Inteligentes.

- ¿No me diga! –contestó Worf, mientras empuñaba su fáser con decisión.

- Comandante Worf, gracias, retírese a sus aposentos, ni un torpedo de fotón acabaría con este incordio.

- Pero ¿Señor…?

El Oficial de Seguridad dio media vuelta, al ver confirmada la Orden del Capitán con un simple gesto, y salió farfullando incomprensibles gruñidos e increpaciones en su sonoro idioma natal.

- Hasta luego, mi Romulano favorito –Se dirigió Q al ofendido Klingon.

Nadie, de los presentes, excepto el omnisciente Ente, pudo contemplar la terrible expresión de disgusto que embargaba a Worf; pero ante todo era un disciplinado miembro de la Flota Estelar. Eso estaba por encima de todo lo demás, y marchó acompañado de más murmullos cargados de ira sin descargar.

- ¡Q! –solicitó Picard a la Entidad -, creo que éste no es el lugar más indicado para una reunión de tan vital importancia, ¿No cree?

- No se burle de mi persona, Grumete, ya lo tenía todo preparado.



Un nuevo chasquido trasladó incluso al desnudo Riker debidamente uniformado a la sala de reuniones, desde donde se podía contemplar el firmamento y la majestuosa belleza del Planeta anfitrión, escoltado por sus pequeñas lunas.

- ¿Ya se encuentran todos bien acomodados? –preguntó mientras invitaba, con sus manos, a tomar asiento.

- Comience cuando quiera Q, y por el amor de Dios, acabe con esta parodia de una vez por todas- protestó el Capitán.

- Sir Capitán, Capitán…, Jean-Luc; Cómo les dije, he sido obligado, sí, obligado por el Consejo del Continuo a invitarles a todos ustedes y al resto de… ¿los humanos?, sus iguales a regresar al Continuo y retomar su perdida inmortalidad.

- De sobra sabe usted, Q, que el Sino de la Raza Humana consiste en vivir primero para morir después. ¿Cuántas veces he tratado este tema con usted?…, la cuestión de la inmortalidad es algo que sólo les incumbe a los miembros del Continuo y a otras entidades basadas en la energía pura pero…

- Eso no es del todo cierto Sir Jean-Luc. Vosotros sois el resultado de un accidente que se produjo en el Continuo. ¿Cuándo? ¡Ah, sí! Anteayer o ¿Fue ayer? Esa anomalía produjo, igualmente, como residuo, la Cuerda de energía atemporal que su Federación conoce como el Nexus.

La cara de perplejidad fue, a partir de entonces, algo generalizado, empezando por el Capitán Picard y terminando por el Primer Oficial Riker.

- Capitán- Apuntó la Psicólogo- no está mintiendo.

- Explíquese con claridad, por favor, si esto no es una más de sus bromas absurdas ni está confundiendo a mi consejero Betazoide.

- ¿Dudas de mí? ¡Jean-Luc! Te aseguro que no estoy haciendo uso de mis poderes para manipular a tu bella empática. Lo cierto es que debido al mencionado accidente, del cual no me es permitido daros más detalles, se produjo una explosión primordial que originó una infinidad de universos. Muchas entidades del Continuo quedaron atrapadas en el Nexus; pero el Nexus es algo imperfecto. ¿Cómo os lo explicaría yo? Algo ilusorio, una mentira y muchos de mis congéneres; los ahora humanos…

- Está bien que continúe con su argumentación Q –interrumpió Riker, pero no insulte tan vilmente a la humanidad.

- Riker –respondió su interlocutor -, tú deberías saber mejor que nadie que lo que estoy diciendo es cierto. Tú has sido partícipe, brevemente, de los dones del Continuo y nadie, te lo aseguro, puede desarrollar o ejercer esas aptitudes si no está genéticamente programado para ello.

- Continúe, Q –invitó el Capitán Picard.

- Resulta difícil explicaros algo que para ustedes es normal. La materia, la energía, la carne, la putrefacción. Todo eso son cosas que a pesar de haber pasado por ellas, de forma efímera, no terminamos de comprender.

- ¿Qué ayuda necesita? –Preguntó el Capitán.

- La de su bella y cara Doctora Beverly y la del Ingeniero LaForge.

- Les mandaré llamar. ¡Computadora! Localiza a al Doctora Crusher y al Comandante La Forge, que se presenten en la Sala de Reuniones…, en cuanto puedan.

La bella y titilante voz de la computadora respondió casi de inmediato.

- La Doctora Crusher está debidamente informada; pero el Ingeniero La Forge se encuentra en a superficie de Omicrón y deberá ser transportado.

De nuevo, un breve chasquido de dedos fue suficiente para que tanto la Doctora como el desconcertado y asustado La Forge aparecieran sentados entre el resto de los oficiales. Ambos portaban, en funcionamiento, sus respectivos tricorder. El uno médico y el otro científico…

- Pero Capitán se suponía que –balbuceó Geordi -, ¿qué es esto…? –Preguntaron, casi al unísono, los abducidos, pero no hizo falta ninguna respuesta verbal ya que la evidencia les llegó al instante, en cuanto vieron la imagen habitual con la que, en anteriores ocasiones, se les había presentado Q.

El Capitán Picard les puso al corriente y luego permitió que el hilo argumental, objeto de la reunión, siguiera su curso.

- Capitán –Intervino LaForge -, ahora sabemos que lo que imaginaron algunos científicos del pasado es posible. De hecho se ha convertido en tecnología habitualmente utilizada en nuestros transportadores o cuando entramos en velocidad factorial de hiperespacio. También es imprescindible para recrear el campo subespacial que mantiene la gravedad en la Enterprise así como para comunicarnos por medio de las frecuencias subespaciales. Esos desarrollos no hubiesen sido posibles si no se hubiera descubierto la Ley Universal de Unificación de Fuerzas y cuyas ecuaciones interrelacionan las Fuerzas de Gravedad y Electromagnética con las Nucleares Fuerte y Débil. El descubrimiento, por parte de Plank, de la Naturaleza Cuántica y el convencimiento de que los electrones, protones y neutrones no eran los últimos eslabones indivisibles de la materia hizo posible nuestra actual tecnología del siglo XXIV.



- Amigo La Forge –intervino Q-, lo cierto es que no entiendo ni una patata de vuestra tecnología; pero soy consciente de que has entendido, perfectamente, lo que intento mostraros. En cierta ocasión te dije que los humanos llegaríais a sobrepasar en conocimiento a los miembros del Continuo; pero no me refería sólo al ilusorio y anodino poder sobre el Espacio-Tiempo sino a la experiencia inherente a esa espacio-temporalidad y a la conciencia de su naturaleza. Ese conocimiento interno de vuestra naturaleza, los Q somos incapaces de vislumbrarlo. Cuando se produjo el accidente cuántico, Picard, los Q afectados abandonaron el Nexus, su balsa, por ser inútil como medio de reinsertar su Ser en el Continuo, y se disolvieron integrándose en los espacio-tiempos recién constituidos.

- Entonces –interrumpió la Doctora Crusher -, si sigo bien sus razonamientos Q, La Forge, la Inteligencia de los Q organizada en partículas o subpartículas subcuánticas infectaron, a modo de virus, primero a la materia inorgánica y después manipularon las cadenas de nucleótidos que conforman la información celular del A.D.N. orgánico que existe hoy en los diversos planetas.

- Forzando la evolución de todas las especies existentes –matizó Picard.

- Efectivamente, Jean-Luc –continuó Q con su exposición -, la Inteligencia es propia y originaria del Continuo y es ajena a vuestro Espacio-Tiempo, el cual es producto de una anomalía. Toda Vida evolucionante hacia cualquier tipo de inteligencia, se desarrolle en cuerpos basados en el Carbono o en la Silicona, es debida a esa intervención sub-cuántica sobre las materias primas de su Universo, lleguen a conformar criaturas humanoides o no.

- ¿Es eso posible, Comandante LaForge? –Interrogó el Capitán.

- Las nuevas vías de investigación, Señor, van encaminadas en ese sentido. El estudio de complejas partículas subcuánticas, cuyo carácter bien podría ser organizado y posiblemente, Capitán, dichas subpartículas serían divisibles hasta casi el infinito; Pero eso es algo que nuestros científicos no pueden corroborar aunque, eso es lo inquietante, tampoco descartar.

- Veo, queridos Mesies y Madames, que me han comprendido perfectamente. Espero que puedan hacer llegar, a sus iguales, el Conocimiento de que la Inteligencia, en los Universos, es un medio utilizado por los Q en su afán de regresar, de algún modo, al hogar que perdieron por un fortuito y maldito accidente.

Riker, gran conocedor de la Historia de la Federación, quiso ver en Q y en el Continuo, a aquellos Protectores que mencionaban las crónicas del mítico Capitán Kirk.

Desde el Puente de Mando, el Androide Comandante Data se comunicó con el Capitán.

- Señor, los trabajos de reparación en Omicrón VI han concluido; pero el delegado de la Federación está preocupado ya que el Comandante La Forge ha desaparecido misteriosamente.

- No te preocupes, Data –sonrió el Capitán -, el Señor La Forge está reunido conmigo.

- Es un alivio conocer esa circunstancia, Capitán, se lo haré saber al Delegado, pero no comprendo cómo se ha podido transportar, ya que el Señor O´Brian no tiene constancia de algún transporte desde que bajara el grupo de especialistas y ninguna lanzadera ha pedido permiso para recalar.

- No se preocupe, Data, ya se lo explicaré más tarde.

- Bien, Señores –se dirigió Picard, tanto a Q como al resto de la tripulación reunida en aquella sala -. ¿Qué vamos a hacer, cual será el plan de acción?

- ¿Sí, Capitán? –Preguntó Riker.

- ¡Engage! Primero, adelante. ¡Marchémonos de aquí!

- Pero Señor, ¿qué vamos a hacer en relación con la labor que nos encomendado el Continuo?

- ¿De qué demonios está hablando, Número Uno?

- Y Q, ¿dónde está? Hace un instante se encontraba aquí.

- Riker, lo has soñado todo –intervino la Consejero Troi -, te dormiste mientras tratábamos sobre las vacaciones de la tripulación; pero el Capitán no consintió que se te despertara.

- Era comprensible, Riker, nuestra anterior misión fue muy dura, especialmente para usted. Evidenciaba una gran extenuación –apuntó Picard.

Cuando Riker llegó a su camarote encontró debidamente doblado su uniforme. Abrió el armario virtual y comprobó que su ropero estaba completo y nada faltaba.

La cara del Primero mostró asombro e incredulidad cuando sus pensamientos le hicieron expresarse en voz alta mientras se miraba en el espejo.

Si todo esto no ha sido más que un maldito sueño. ¿De dónde he sacado este uniforme?

Relato escrito por Aralba para CST

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