martes, 28 de septiembre de 2010

Star Trek el enemigo definitivo.

A Jim Kirk le sorprendió la juventud de todos los heridos... Pero luego se dio cuenta de que buena parte de dicha juventud estaba en unos ojos ya viejos y que habían visto ya tantas cosas... No, no debía engañarse. Todos eran tripulantes valientes, profesionales... Y ahora además eran sus camaradas.

- Señoras, Caballeros, les presento al Comandante James T. Kirk

Kirk lo intentó, pero no consiguió evitar que los heridos más leves se levantaran a saludarlo y darle las gracias. Todos sabían además de su muñeca rota y preguntaron amablemente. James Kirk se dio cuenta de que admiraba a aquellos hombres y mujeres.

- Como ustedes ya saben, tengo... Cierta experiencia a bordo de una nave estelar –las carcajadas fueron generales- Y he de decirles que en todos estos años sólo hay una cosa que permanece inalterada: La lealtad y valentía de todos y cada uno de los tripulantes de cualquier nave estelar. Me siento honrado de poder llamarme compañero de todos ustedes... Y descuiden, seguro que tienen la ocasión de salvarme a mí algún día... De hecho, soy el único que se ha lesionado cuando ya había pasado todo.

Nuevas carcajadas, seguidas por corteses despedidas y el compromiso mutuo de celebrar en el bar de la nave que todos se recuperarían en cuanto les fuera posible. Desde luego, también invitaron al Dr. Scott.

- Gracias, Comandante. Ha animado usted a mis pacientes, y eso siempre es promesa de una pronta recuperación... Ahora, debería usted ir a su camarote y descansar.
- Así lo haré, Doctor... Y gracias por el magnífico analgésico. La muñeca ha dejado de dolerme.
- Ya sabe, cuando necesite una nueva dosis, no dude en pasar a verme.

Jim Kirk llegó a su camarote. El terminal mostraba una gran cantidad de avisos... Parecía que toda la nave sabía de su presencia en la misma... Y de sus andanzas en Ingeniería. Entre todos los mensajes, encontró uno de Spock:

“Bien hecho, Jim. Sabía que no nos equivocábamos al pedirte que volvieras a embarcar. Parece, eso sí, que subestimamos tu potencial. Mañana hablaremos”.

Allí estaba también el informe del Sub-Teniente Ríos. Había tenido el detalle de remitirle una copia. Jim Kirk la leyó, sorprendido de que se hiciera bastante énfasis en que él había sido el primero en elegir entre las dos opciones que Ríos planteó.
- Tendré que darle als gracias más tarde –pensó Kirk- ¡Vaya! Mayo también ha completado su informe sobre el estado de la nave... Y también se ha preocupado de enviarme una copia.

Kirk leyó el informe de Mayo con más interés que el primero. Por mucho que éste no fuera “su” Enterprise, a James Kirk siempre se preocupaba tanto que la nave estuviera bien como la salud de sus tripulantes. Por lo tanto, se alegró sobremanera de que en el informe se indicara que estaba previsto tener operativo de nuevo el Núcleo de Curvatura a las 10:00h del día siguiente. Mucho antes de lo previsto inicialmente.

¡Esto sí que era una sorpresa! ¡Una felicitación por escrito de la Capitán Demora Sulu! Vaya, desde luego Kirk se había equivocado por completo en la primera impresión que tuvo de ella. Pensó que tal vez él mismo hubiera sido un tanto rudo, así que se propuso disculparse debidamente durante la cena.
Mientras se ocupaba en estos pensamientos, un nuevo mensaje le llegó. Era de T’Pol.

“Saludos, Comandante, mi marido me comenta que se encuentra usted fuera de servicio de momento, así que he pensado que tal vez le apetecería pasarse por nuestro camarote. Sería un buen momento para que conociera a nuestros hijos”.

- Bien, desde luego que me apetece –pensó Kirk- pero me gustaría saber cómo demonios voy a encontrar el camino...

Iba a responder al mensaje para decir que sí a la invitación y preguntar cómo llegar cuando se dio cuenta de que el mensaje de T’Pol ya incluía un plano para que no tuviera problemas en localizar el camarote.

- No aprenderás jamás, Jim –dijo para sí- Más de cincuenta años tratando con vulcanianos y no piensas que van a tener lista la solución antes de que un simple humano les plantee el problema.

Descargó el plano a su PADD para no perderse, contestó el mensaje con un “Encantado, voy para allá”, y salió al pasillo.
Continuara.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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