Todos salieron del laboratorio, dejando a Sturek con Uhura y McCoy. Era la misión más aburrida, pero a la vez la más importante. Cualquier acción posterior dependería del resultado de las pruebas. Una eternidad después, la simulación había acabado. Las sospechas eran ciertas, así que informaron a M’Gia y fueron a reunirse con ella. De ese modo su petición tendría más fuerza.
- ¡M’Gia!
- Rápido, pasen, les están esperando.
La entrevista fue corta. Nadie en el consejo estaba dispuesto a creer en un capitán de la Flota secuestrando a James T. Kirk y mucho menos al Embajador de Vulcano. Todos preferían creer que dos jóvenes científicos recién salidos de la Academia podían perfectamente subestimar la capacidad de una nueva nave como el Bounty.
- ¡Pero estos jóvenes consiguieron entablar contacto con los Meclanti!
- Doctor McCoy, comprendo su preocupación por sus compañeros, pero imitar los movimientos de una nave con otra no constituye por sí un gran descubrimiento científico. Doy a estos jóvenes oficiales todo el crédito que merecen por su capacidad de inventiva, pero en el caso que nos ocupa es el factor tiempo lo que parece traerles problemas. Ellos mismos reconocen que han llegado exactamente a las mismas conclusiones que el Bounty. Considero normal que hayan tardado más tiempo en desarrollarlas. Eso es todo.
McCoy no pudo reprimir un gesto de enfado antes de salir del despacho. Debía estar haciéndose viejo, porque dijo:
- ¿Y ahora qué?
- Plan B, doctor. Nos reuniremos con el resto en el Muelle K.
- ¿No sugerirá que...?.
- No sugiero nada, capitán Uhura, lo haremos o no, eso depende de ustedes.
- Haremos lo que sea.
- Pues adelante. El Bounty ya nos lleva ventaja.
En el Muelle K se encontraba el Enterprise. Majestuoso aún en su nuevo cometido de museo. Forester les esperaba en la entrada. Entraron sin pensarlo... Sin embargo, McCoy volvió a perder la fe.
- ¿Cómo nos la vamos a llevar con todos estos turistas dentro?.
- Doctor, doctor, las apariencias pueden ser muy engañosas. Esta es la tripulación mínima de una Nave Estelar. Hay más gente de la que usted cree dispuesta a romper las normas por ayudar al Almirante Kirk... ¡A sus puestos!.
La orden estaba dada, y doscientas personas dejaron de deambular al unísono. El museo se convirtió en una Nave Estelar a punto de zarpar. Cuando Uhura y McCoy llegaron al puente junto con Forester Sturek y M’Gia encontraron allí al resto de la tripulación. Sin preguntar a nadie, Uhura se sentó con M’Gia, en Comunicaciones. McCoy vaciló por un momento, y enseguida decidió que ya que Sturek se parecía tanto a Spock, sería una buena idea “echarle una mano” como hacía con su viejo compañero de viaje.
Esta vez fue más fácil que la anterior. Parece que Forester tenía más aliados que nadie. No hubo ninguna señal de alarma en la base, las compuertas se abrieron normalmente, y sólo cuando salieron del muelle espacial el mensaje de la Flota Estelar ordenándoles que se rindieran llegó hasta sus oídos.
- No hay respuesta, M’Gia. Timonel, trace rumbo de intercepción hacia el H.M.S. Bounty. Potencia de Emergencia.
- Rumbo preparado, capitán.
- ¡En marcha!.
Una vez más el Enterprise salía de misión. Por segunda vez a rescatar a su Capitán, por segunda vez en busca de su Oficial Científico.
Capítulo Nueve
Jaque Mate.
Kirk se sentía impotente, y eso era más de lo que podía soportar. Sólo podía observar cómo los afilados pinchos se acercaban a su rostro.
- Por lo menos no tendré que soportarlo mucho más.
- ¿Cómo dice, Almirante?.
- Digo que no veo salida, el juego se acaba, Scotty...
- En ese caso, tal vez debamos cambiar de juego.
- ¿Spock?.
- Desde que usted me lo dio a conocer, he desarrollado un creciente interés por ese juego de cartas con el que tanto el doctor McCoy como usted mismo parecen disfrutar tanto.
- Si se refiere al Póker, Spock, dígalo sin rodeos. No tenemos tiempo para circunloquios elegantes.
- Perdone Almirante, pero estaba pensando que el Capitán Andersson parece más inclinado hacia este último juego que hacia el ajedrez.
- Es cierto... – El rostro de Kirk cambió de repente
- ¿Y qué utilidad puede tener eso?.
- Mucha, Scotty... El Capitán Andersson es exactamente el tipo de jugador que utilizaría...
- ¡Un farol!.
- Exacto. Les propongo que nos arriesguemos con la plancha suelta. Las probabilidades de que haya intentado enmascarar un fallo de seguridad con un engaño son escasas, pero superan ampliamente a las que tenemos de sobrevivir a esos pinchos.
- Si tengo que morir, que sea luchando. Yo iré primero.
Kirk tensó los músculos, era ya viejo, pero la plancha estaba increíblemente floja. Por un momento creyó que lo de Andersson no era un farol, pero, inexplicablemente, una vez abierto el hueco, se encontraron en una de las múltiples tuberías de mantenimiento.
CONTINUARA.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.
- ¡M’Gia!
- Rápido, pasen, les están esperando.
La entrevista fue corta. Nadie en el consejo estaba dispuesto a creer en un capitán de la Flota secuestrando a James T. Kirk y mucho menos al Embajador de Vulcano. Todos preferían creer que dos jóvenes científicos recién salidos de la Academia podían perfectamente subestimar la capacidad de una nueva nave como el Bounty.
- ¡Pero estos jóvenes consiguieron entablar contacto con los Meclanti!
- Doctor McCoy, comprendo su preocupación por sus compañeros, pero imitar los movimientos de una nave con otra no constituye por sí un gran descubrimiento científico. Doy a estos jóvenes oficiales todo el crédito que merecen por su capacidad de inventiva, pero en el caso que nos ocupa es el factor tiempo lo que parece traerles problemas. Ellos mismos reconocen que han llegado exactamente a las mismas conclusiones que el Bounty. Considero normal que hayan tardado más tiempo en desarrollarlas. Eso es todo.
McCoy no pudo reprimir un gesto de enfado antes de salir del despacho. Debía estar haciéndose viejo, porque dijo:
- ¿Y ahora qué?
- Plan B, doctor. Nos reuniremos con el resto en el Muelle K.
- ¿No sugerirá que...?.
- No sugiero nada, capitán Uhura, lo haremos o no, eso depende de ustedes.
- Haremos lo que sea.
- Pues adelante. El Bounty ya nos lleva ventaja.
En el Muelle K se encontraba el Enterprise. Majestuoso aún en su nuevo cometido de museo. Forester les esperaba en la entrada. Entraron sin pensarlo... Sin embargo, McCoy volvió a perder la fe.
- ¿Cómo nos la vamos a llevar con todos estos turistas dentro?.
- Doctor, doctor, las apariencias pueden ser muy engañosas. Esta es la tripulación mínima de una Nave Estelar. Hay más gente de la que usted cree dispuesta a romper las normas por ayudar al Almirante Kirk... ¡A sus puestos!.
La orden estaba dada, y doscientas personas dejaron de deambular al unísono. El museo se convirtió en una Nave Estelar a punto de zarpar. Cuando Uhura y McCoy llegaron al puente junto con Forester Sturek y M’Gia encontraron allí al resto de la tripulación. Sin preguntar a nadie, Uhura se sentó con M’Gia, en Comunicaciones. McCoy vaciló por un momento, y enseguida decidió que ya que Sturek se parecía tanto a Spock, sería una buena idea “echarle una mano” como hacía con su viejo compañero de viaje.
Esta vez fue más fácil que la anterior. Parece que Forester tenía más aliados que nadie. No hubo ninguna señal de alarma en la base, las compuertas se abrieron normalmente, y sólo cuando salieron del muelle espacial el mensaje de la Flota Estelar ordenándoles que se rindieran llegó hasta sus oídos.
- No hay respuesta, M’Gia. Timonel, trace rumbo de intercepción hacia el H.M.S. Bounty. Potencia de Emergencia.
- Rumbo preparado, capitán.
- ¡En marcha!.
Una vez más el Enterprise salía de misión. Por segunda vez a rescatar a su Capitán, por segunda vez en busca de su Oficial Científico.
Capítulo Nueve
Jaque Mate.
Kirk se sentía impotente, y eso era más de lo que podía soportar. Sólo podía observar cómo los afilados pinchos se acercaban a su rostro.
- Por lo menos no tendré que soportarlo mucho más.
- ¿Cómo dice, Almirante?.
- Digo que no veo salida, el juego se acaba, Scotty...
- En ese caso, tal vez debamos cambiar de juego.
- ¿Spock?.
- Desde que usted me lo dio a conocer, he desarrollado un creciente interés por ese juego de cartas con el que tanto el doctor McCoy como usted mismo parecen disfrutar tanto.
- Si se refiere al Póker, Spock, dígalo sin rodeos. No tenemos tiempo para circunloquios elegantes.
- Perdone Almirante, pero estaba pensando que el Capitán Andersson parece más inclinado hacia este último juego que hacia el ajedrez.
- Es cierto... – El rostro de Kirk cambió de repente
- ¿Y qué utilidad puede tener eso?.
- Mucha, Scotty... El Capitán Andersson es exactamente el tipo de jugador que utilizaría...
- ¡Un farol!.
- Exacto. Les propongo que nos arriesguemos con la plancha suelta. Las probabilidades de que haya intentado enmascarar un fallo de seguridad con un engaño son escasas, pero superan ampliamente a las que tenemos de sobrevivir a esos pinchos.
- Si tengo que morir, que sea luchando. Yo iré primero.
Kirk tensó los músculos, era ya viejo, pero la plancha estaba increíblemente floja. Por un momento creyó que lo de Andersson no era un farol, pero, inexplicablemente, una vez abierto el hueco, se encontraron en una de las múltiples tuberías de mantenimiento.
CONTINUARA.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.
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