jueves, 14 de mayo de 2009

En busca de la frontera final


Ignacio Andrés Amarillo


En el contexto de las internas entre fanáticos de la ciencia ficción, los seguidores de la saga de “Star Wars” solían reprochar a los seguidores de “Star Trek” cierta inocencia en los contenidos y el escaso desarrollo estético general.

En verdad, mientras “Star Wars” fue un producto post “2001: Odisea del espacio” (George Lucas se propuso llevar más allá el desarrollo de los efectos especiales), y reunía una mezcla de ciencia ficción, fantasía épica y simbolismos de diversas mitologías, “Star Trek” fue creada por Gene Roddenberry para la televisión a mediados de los 60, durante la Guerra Fría: pensar en una federación pacífica de culturas, enfrentada a imperios oscuros y beligerantes, quizás no sonaba tan inverosímil entonces... Además, en el contexto de la época, esas narices y orejas representaban toda la diversidad genética del universo.

El tiempo pasó y, sin traicionar el espíritu original, la franquicia se expandió a lo largo de numerosas películas y series, que integraron a la vieja tripulación con nuevos equipos y oficiales. Y también surgieron los trekkies, fanáticos ultramontanos capaces de recitar la biografía de los padres de Spock o hablar fluidamente la lengua klingon. Así estaban las cosas, hasta que alguien tuvo la idea de ofrecerle a J.J. Abrams (generador de exitosos y diversos productos televisivos como “Lost”, “Fringe”, “Felicity”, “Alias” y “What About Brian”; productor de “Cloverfield” y guionista de “Misión Imposible III”) hacerse cargo de remozar la franquicia... y barrer con todo lo antedicho.

Para empezar, convocó para los efectos especiales a Industrial Light & Magic, la compañía que George Lucas creó para desarrollar la estética de “Star Wars”. Las escenas espaciales y los maquillajes de las nuevas razas lucen como sacados de “Episodio III”, mientras que algunos elementos del guión que recuerdan a varias de las películas de Lucas: esa estructura de “primera batalla-nudo de la película-escena de condecoración” es bastante familiar...

Por otro lado, acabó con la hegemonía trekkie, con una estocada certera. Es que la historia (que relata los años mozos de los tripulantes míticos) comienza con un especial giro de tuerca: una nave romulana del futuro atraviesa un agujero negro y entra en combate con el USS Kelvin, en el que viajan George Kirk y su esposa, embarazada del futuro James Tiberius Kirk. Al mando de los agresores está Nero, quien busca la venganza del Spock de su tiempo, al que culpa de la destrucción de su mundo.

Esa ruptura en el tejido del espacio-tiempo genera una nueva realidad alternativa, y así un nuevo comienzo. Seguramente, esto servirá además para que Abrams adapte con libertad la continuidad de este universo en secuelas ya preanunciadas.

Volviendo a la historia, la Academia Espacial reunirá al díscolo, peleador y mujeriego J.T. Kirk con Spock, hijo de padre vulcano y madre humana, siempre luchando contra su verdadera naturaleza. Mientras Nero ataca Vulcano y amenaza hacer lo propio con la Tierra, se verá cómo los protagonistas buscar superar sus defectos y su rivalidad para enfrentar a la poderosa amenaza del tatuado capitán renegado.

En la piel de los mitos

Otro de los desafíos era sustituir al elenco original, ya que durante décadas los mismos actores se hicieron cargo de los personajes (inclusive en las apariciones esporádicas, como en el caso de los padres de Spock). Abrams convocó a Chris Pine para hacerse cargo de Kirk, mientras que Zachary Quinto se luce como el complejo y contenido Spock, quizás el personaje mejor desarrollado de la película.

Un desconocido (por lo afeitado) Karl Urban revive al el doctor Leonard “Bones” McCoy; la bonita Zoë Saldana revive a Uhura, mostrando su nombre de pila y dándole un inesperado giro romántico a la historia. El habitualmente cara de bueno Eric Bana está irreconocible, tras los tatuajes, el cráneo rapado y el odio de su personaje. Finalmente, Leonard Nimoy vuelve a encarnar al vulcano, en su variante alternativa y futurista: de algún modo, encarna el traspaso del fuego sagrado entre los viejos y los nuevos intérpretes.

Más allá de las voces

Es criticable la decisión de estrenar sólo la copia doblada al castellano, privando al público santafesino de las voces originales y subestimando intelectualmente a los asistentes (no es un filme destinado al público infantil; se supone que el grueso de los asistentes pueden leer perfectamente la copia subtitulada). De todos modos, el doblaje es bueno y al rato el espectador se sumerge en las aventuras de estos héroes que, nuevamente, vuelven a viajar hacia lo desconocido: hacia donde nunca nadie ha estado antes.


Fuente El Litoral.

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