Desde los tiempos de Julio Verne, uno de los pioneros en este género, la ciencia ficción ha supuesto una forma de literatura que ha pretendido generar en el lector esa ansia de buscar y hallar lo desconocido. En algunas narraciones, incluso en el cine o la televisión, han calificado al espacio como la última frontera.
Quizá no haya tenido nada que ver, pero si miramos los albores de estas historias, podremos ver que aparecen de forma pareja a dos eventos sumamente notorios, uno los inicios de la revolución industrial en donde los inventos y las nuevas maquinarias van abriéndose paso muy sustancialmente en nuestro entorno, y el otro acontecimiento es el que marca el fin de los descubrimientos. Ya no hay tierras lejanas con las que soñar. Los mares están cartografiados y los paraísos exóticos y los perdidos tesoros han quedado como algo que solo vive en los recuerdos y en la literatura de aventuras y viajes, que a todas luces podría ser la antecesora de la ciencia ficción, ya que, si bien lo miramos, las pretensiones de quienes escriben ciencia ficción y de quien se acerca a leerles, son las de los mismos espíritus que forjaron a Moby Dick de Herman Melville o a Sinuhé el Egipcio de Mika Waltary, en donde los personajes viven trepidantes aventuras viajando por lo desconocido o enfrentándose a seres monstruosos y devastadores.
Pese a que sus inicios han quedado, ahora ya algo lejanos, el espíritu que guió a H. G. Wells y a Julio Verne, es el mismo que motivo a Ray Bradbury, Asimov y al propio Arthur C. Clarcke, espíritu este que está hoy en día, tan fresco y esplendoroso como un amanecer de primavera, ya que la necesidad de lectura de evasión, de búsqueda de nuevos lugares en los que vivir, y de la trepidante aventura del descubrimiento, son necesidades de muchos, que sin perder todo aquello que en su momento movió también a quien disfrutó con Robert Luis Stevenson, Yack London o Daniel Defoe, ahora empuja a los que en estos instantes buscan los contextos de la ciencia ficción y el enfoque que aporta de aventura y desconocido, que esta incesantemente girando entorno a cuatro parámetros, el futuro de la humanidad, sus orígenes, lo que la tecnología nos puede aportar y sobre todo los misterios que nuestra galaxia puede encerrar.
Pero dado que como habitualmente se dice, al respecto de que la realidad siempre supera a la ficción, y puesto que hemos podido comprobar como la fantasía de Verne al ir a la luna, con posterioridad ha sido realidad, siempre deberemos estar preparados por si en un momento inesperado las estrellas nos llaman y la ficción se convierte en cruda realidad.
Vicente Hernándiz
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