miércoles, 26 de enero de 2011

Entrevista a David Gerrold

David Gerrold es una parte importante de la “fábrica” de Star Trek, mucho más de lo que quizá sepan los fans de larga data. Sí, él creó los tribbles, y sólo por eso ya se ganó su lugar en la historia de la cultura popular. Pero, ¿sabías que no sólo escribió el guión de “The Trouble with Tribbles”, de TOS, sino que también concibió “The Cloud Minders” y hasta hizo una reescritura (no figuró en los créditos) del famoso capítulo “I, Mudd”? ¿Y sabías que hizo dos libros sobre Star Trek (no-ficción) y dos novelas trekkers? ¿Y que guionó dos episodios de TAS y hasta puso su voz en uno de esos capítulos? Hizo cameos en The Motion Picture y en Deep Space Nine. Ayudó a desarrollar TNG y fue editor de guión durante la Temporada Uno. Escribió “Blood and Fire”, para la serie de fan films New Voyages Phase II. Y además de todo eso, tiene una premiada carrera no-trekker, como novelista y guionista de televisión. Esto es más que suficiente como para entender que hay mucho para hablar con Gerrold –y él tiene mucho para decir-. Aquí está la primera parte de la entrevista que acaba de subir Startrek.com y que os la ofrecemos gracias a Guia ST y Kohelles.

Cuando alguien le menciona las palabras “Star Trek”, ¿se estremece? ¿Sonríe? ¿Cuál es, hoy, su relación con la franquicia?


Sonrío, y a veces me río… Star Trek es una marca cultural y sólo unos pocos tuvimos la suerte y el privilegio de formar parte de su creación. No te queda otra salida que adorar el entusiasmo que le ha aportado la gente. Cuando veo ese entusiasmo en alguien no lo veo como un fan de Star Trek, sino como a una persona fascinada por toda la idea de la exploración especial, por salir allá afuera y explorar el universo, y creer que nosotros, como seres humanos, podemos hacer mejor las cosas. Es un entusiasmo que va más allá del programa.

Usted le envió sus primeras ideas a Gene L. Coon estando todavía en el secundario. ¿No le alucina pensar que todo esto comenzó cuando usted era apenas un estudiante?

Sí, claro. Si yo no hubiera hecho Star Trek, no tengo idea de qué estaría haciendo hoy. Star Trek disparó mi carrera profesional. Y, en otro nivel –si alguna vez escribo una autobiografía, seguramente lo comentaré-, haber vendido un guión a Star Trek resolvió todos mis problemas de autoestima adolescente. En aquel entonces, Star Trek no era esta cosa maravillosa, enorme y mágica. Era un programa de tevé de segunda categoría, y sólo lo conocían algunos geeks y nerds. Todos los demás se burlaban. No movíamos grandes ratings. Pero para mí fue: “¡Adiviná qué! ¡Le vendí un guión a una serie de televisión de horario central!”. Miro hacia atrás y, por Dios, yo tenía tanto, tantísimo que aprender sobre guiones, pero había cruzado la línea entre ser sólo un “aspirante a” y empezar a entender cómo funciona realmente el sistema.

Hablemos de los tribbles. Al principio usted les puso el nombre de fuzzies…

Les cambié el nombre, y viéndolo en perspectiva, tribbles suena mucho mejor, porque fuzzies es demasiado “bonito”. No creo que los fuzzies hubieran conseguido el mismo reconocimiento cultural, nadie hablaría de los fuzzies como se habla de los tribbles. Y creo que eso se debe a que tribbles es una palabra neutral: “Aquí está esta linda criaturita y se llama tribble”. Agregamos una palabra al idioma inglés. Hice una lista de palabras que sonaran medio estúpidas, como para bautizar a una criatura así, y taché las que eran demasiado estúpidas. Quería que la gente se lo tomara en serio.

Si la tripulación no se las hubiera arreglado para cortar de raíz la amenaza de los tribbles, ellos habrían copado el planeta. Aún así, la mayoría de la gente cree que “The Trouble with Tribbles” es un capítulo de comedia. ¿Alguna vez pensó en avisar: “Eh, acá hay una historia seria”?

Oh, sí. Quería hacer una secuela en la que, para controlar a los tribbles, traíamos a un depredador de su planeta natal. Y lo siguiente que sucedía es que los tripulantes comenzaban a desaparecer, porque en la nave había un enjambre de depredadores. Pero al final no lo hicimos.

Los fans siguen amando ese capítulo, incluso hoy. Se lo considera uno de los episodios más populares de todos los tiempos…

La Paramount dice que es el episodio más popular de todos los tiempos.

Algunos dirían que el mejor capítulo es “The City on the Edge of Forever”…

Harlan Ellison y yo llegamos a un acuerdo. “City on the Edge of Forever” es el mejor capítulo, y “Tribbles” es el más popular.

OK, el más popular. ¿Y por qué? ¿Por qué “Tribbles” es tan popular?

Ante todo, lo es a un nivel visceral. Nos gustan los bebés, los gatitos, los cachorritos, los ratoncitos blancos, los ositos panda, los conejos, los ositos de peluche. Nos gustan las criaturas pequeñas, lindas, peludas. Un tribble es una criatura que no tiene rostro, aunque tiene boca, ¿no? Y ronronea. Así que es el gato supremo. Más aún, no te larga esa mirada de superioridad. Creo que es el instinto de los mamíferos, cuidar de algo lindo y chiquito, como un niño. De hecho, estoy convencido de que la razón por la cual no estrangulamos a nuestros niños en sus cunas es porque son lindos. La verdad es que se comportan como pequeños psicópatas. No, es chiste.

Aparece en los créditos como guionista de “The Cloud Minders”. ¿Cómo ve ese capítulo, a la distancia?

Fue una experiencia muy frustrante. Sé que Freddy Freiberger creyó que yo estaba peleado a muerte con él, pero más bien lo que estaba era decepcionado por cómo se habían dado las cosas. Él tenía a mano una oportunidad única: la custodia de uno de los programas de televisión más ambiciosos y extraordinarios, pero se comportó como si sólo se tratara de un trabajo. No creo que él haya tenido la misma visión de Star Trek que teníamos los demás. Yo llegué con lo que me parecía una historia trekker casi perfecta: encontrábamos una cultura que no funcionaba para todos, y la arreglábamos. Pero mi final era que, cuando la nave se iba, Kirk decía: “Bien, hemos resuelto otro caso”. Spock contestaba: “En realidad, harán falta años y años y años para que todos estos cambios se acomoden”. Y McCoy agregaba: “Me pregunto cuándos niños morirán en ese lapso”. Así que la idea era: “Seamos descarnados. No vamos a cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero podemos hacer cambios que tendrán efectos a largo plazo”. La historia tenía aristas sociales, y no había ningún gas zenite mágico que causara el problema. Freddy Freiberger y Margaret Armen vinieron y lo cambiaron por un “Arreglemos todo en los últimos cinco minutos con máscaras antigás” (y terminaba ahí). Y pensé: “Ésta no es una buena historia. No es lo que Gene Roddenberry o Gene L. Coon habrían querido hacer”. Así que me desilusioné.

No se llevó ningún crédito por el capítulo “I, Mudd”. ¿Cuáles fueron sus contribuciones en ese episodio, y por qué no quiso figurar con su nombre?

Hice bastante, en realidad. El guión de “The Trouble with Tribbles” les había resultado una ganga, y les sobraban 1.500 dólares en el presupuesto. Gene L. Coon dijo: “Bueno, el chico tiene a favor esos 1.500 dólares que le habrían correspondido. Veamos qué puede hacer reescribiendo ‘I, Mudd’, no nos cuesta ni un centavo”. Yo no estaba presente en la conversación, pero sé que así fue. Me llamó y me dijo: “Leé el guión”; le dije: “OK”. Agregó: “Ahí dice que hacemos bajar a todos al planeta al final del segundo acto. Eso es a la mitad del programa. Lo que queremos es que estén en el planeta al final del primer acto, cuando van 15 minutos y viene la primera tanda de avisos.” Me contó que habían estado discutiendo el asunto durante dos semanas y que no le encontraban la vuelta. Le dije: “Bueno, ustedes no pueden hacer que los androides le quiten a Kirk su comunicador e imiten su voz, porque Scotty no se lo creyó en el capítulo que pasaron justo anoche”. Gene dijo: “Sí”. Yo seguí: “Pero demostraron que el androide Norman es poderoso. Bueno, todos los androides son así de poderosos. Simplemente se transportan a la nave, agarran a los tripulantes y los transportan a todos a la superficie”. Gene: “Sí, podemos hacer eso”. Yo dije: “Ni siquiera tenés que mostrarlo. Alcanza con que uno de los androides entre y diga: 'Completamos la transportación de la tripulación de la Enterprise'”. Gene L. Coon abrió los ojos muy grandes y dijo: “Por Dios, resolviste en una línea de diálogo lo que no pudimos hacer en 15 páginas de texto. OK, reescribí el guión.” Así que agregué las 500 chicas robots idénticas, cosa que les pareció divertida, y contraté a algunas parejas de mellizas (para filmar en el set). Agregué más para la esposa, Stella. Estaban todos muy complacidos de que yo les hubiera aportado una estructura sólida con la que les fue posible trabajar.

¿Y por qué no figuró en los créditos?

Gene L. Coon me dijo: “¿Querés vayamos a un arbitraje, para que tengas créditos y derechos?”. Le contesté que no: “Stephen Kandel creó a Harry Mudd. Escribió los dos episodios y no quiero robarle a un colega del Sindicato de Escritores. No quiero subirme a sus créditos. Yo soy un principiante, estoy aprendiendo mucho, pero no soy tan codicioso como para robarle sus derechos”. Gene L. Coon volvió a mirarme con sorpresa. En realidad, yo querría que más escritores tuvieran esa actitud. En las últimas décadas, ha disminuido mucho el honor entre escritores, pero eso sería otra charla. Yo me negué a quitarle los créditos a Stephen Kandel, a quien nunca conocí. Todos esos enormes escritores estaban trabajando para Star Trek, y para mí era un privilegio que me incluyeran en esa fraternidad.

Usted escribió varias novelas trekkers, incluyendo la adaptación del piloto de TNG, pero quiero preguntarle acerca de sus dos libros de no-ficción. The Trouble with Tribbles: The Birth, Sale and Final Production of One Episode fue una mirada a casi todo lo que tenía que ver con la producción de ese capítulo de TOS, mientras que The World of Star Trek fue esencialmente un vistazo detrás de la escena de toda la serie original. Podríamos preguntarle mil cosas, pero lo resumiremos en una: cuando los libros se editaron, en 1973, ¿qué reacción provocaron?

Fueron muy populares. Mi instructor de escritura, Irwin R. Blacker, se alegró muchísimo. Le dediqué uno de los libros, y me envió una nota muy cálida diciéndome que mi trabajo lo había impresionado, que había conseguido escribir de manera amigable y accesible. Dijo que yo estaba escribiendo como si me sentara a charlar con alguien. Todo el elenco y el personal de Star Trek opinó que los libros eran una linda manera de honrar el entusiasmo y lo divertido del programa. Y a los fans les gustaron, también; vendieron muy bien. Y año tras año, desde entonces, supe de muchos otros escritores y productores a quienes estos dos libros les influyeron fuertemente en los comienzos de sus propias carreras, porque eran las únicas obras disponibles que trataban sobre producción de series televisivas. Sé que algunos profesores los utilizaron como libros de textos para sus clases, también. Para mí, eso fue lo mejor.

Traducción y adaptación para Guia ST: Kohelles.

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