sábado, 6 de julio de 2013

No, no soy Spielberg



Con 14 años fue contratado junto a un amigo (Matt Reeves) por un señor de Hollywood para que le organizara su archivo de películas familiares. Fue la primera vez que Jeffrey Jacob Abrams (Nueva York, 1966) se cruzaba con la productora Kathleen Kennedy, la que le encargó el trabajo. 

La última vez que se sentaron juntos de nuevo, el 14 de diciembre de 2012, JJ recibía un cometido bien distinto: dirigir las nuevas películas de 'Star Wars'. Entre esos dos encuentros han pasado tres décadas y el adolescente que una vez soñó ser Spielberg (de él eran los Super 8 que tenía que catalogar y convertir en vídeo) puede ya presumir de serlo. O casi. Por el camino, él solo ha cambiado la historia de la televisión con 'Perdidos', ha revitalizado la franquicia que creara el mítico Gene Roddenberry en 1966 (el año de su nacimiento) y se ha convertido en el único mesías verdadero de esa religión llamada Hollywood. 

Ahora, 'Star Trek en la oscuridad', la segunda entrega de la nueva vida del rejuvenecido capitán Kirk, se antoja la mejor excusa para hablar en Londres de... 'Star Wars'. 

Pregunta.- ¿No es una pequeña traición abandonar 'Star Trek' por 'Star Wars'? 

Respuesta.- ¿Quién habla de abandonar nada? Son dos universos completamente diferentes. Acostumbro a trabajar en varias cosas a la vez. En el pasado, por ejemplo, he hecho televisión y cine al mismo tiempo. Me lo tomo como un desafío

P.- Pero esto es como confesar amor sincero a la vez por los Beatles y por los Rolling Stones...

R.- De hecho, me gustan los dos [se ríe]. El ritmo de 'Star Trek' es muy pausado y su argumento muy teórico y, si se quiere, muy filosófico. De niño, como cualquiera, buscaba algo mucho más visceral, más impactante. Y, sin duda, es por esta razón que acabas por enamorarte de las películas de 'Star Wars' de forma instantánea. No fue hasta que empecé a trabajar en 'Star Trek' que me di cuenta de lo divertidos que pueden ser sus personajes y lo intensas que son las relaciones entre ellos. De hecho, es ahora, de forma retrospectiva, cuando he aprendido a apreciar las series de televisión originales

P.- ¿Ya tiene el argumento de la nueva entrega de 'Star Wars'? 

R.- Es demasiado pronto para que hablemos de ello

P.- ¿Le asusta la responsabilidad? 

R.- Sin duda. De hecho, una de las razones por las que en un principio dije que no, es porque me veía incapaz de volver a contar nada original... Ya se me pasó el temor. Lo importante, antes que la historia o la idea, son las ganas, la voluntad de recuperar un universo que quieres ver de nuevo. 

P.- ¿Realmente se puede decir que no a algo así? 

R.- Es una cuestión de prioridades. Lo más importante ahora mismo en mi vida es mi mujer y mis hijos. Aunque sé que soy un privilegiado por hacer algo que me gusta y he elegido, no deja de ser un trabajo. Y me asusta pasar demasiado tiempo lejos de la gente con la que quiero estar. En este momento, tiene que tener mucho sentido el trabajo para que me decida a hacerlo. Por eso cuando me propusieron seguir con la franquicia la rechacé. Y eso fue así hasta que me senté con la productora Kathlyn Kennedy. En ese momento dejó de ser algo teórico para ser algo concreto. Y por eso cambié de idea

P.- ¿Puede ser más concreto? ¿De qué hablaron? 

R.- No, no puedo ser más concreto [se ríe]

P.- ¿Tanto le absorbe la familia? 

R.- Ser padre de tres hijos, y eso te lo puede decir cualquiera en mi situación, es más agotador que cualquier trabajo imaginable. 

P.- Siempre ha dicho que nunca ha sido seguidor de 'Star Trek', pero sí de 'Star Wars'. ¿Cambia eso el modo de trabajar? 

R.- No, en absoluto. A lo que me refería cuando dije que no era fan de 'Star Trek' es a que quería hacer una película que tuviera sentido para alguien que no había visto nunca nada de la serie. La idea, de hecho, era conseguir una especie de equilibrio, de forma que los 'trekkies' reciban una especie de gratificación especial al localizar ciertas referencias, pero sin que nadie se sienta excluido. Se trata también de conseguir un equilibrio entre la acción y la aventura por un lado, y la emoción por otro. Aunque sean de otros mundos, es un historia de seres humanos. En cualquier planeta, en cualquier tiempo. 

P.- ¿Le preocupa que le consideren simplemente un director dedicado a reflotar franquicias? 

R.- Sí, la verdad. Cuando me ocupo de asuntos tan grandes como 'Star Trek' o 'Star Wars' me siento como un inquilino en una casa ajena. Aprendes a soportar la presión a cambio de tener la posibilidad de hacer algo tan exclusivo y único

P.- La ciencia ficción ha sido la mejor manera de hablar del presente. Así fue durante la Guerra Fría, por ejemplo. ¿De qué habla exactamente su película? 

R.- Cualquier historia, no sólo la ciencia ficción, si es auténtica dice algo relevante sobre nosotros. Por supuesto, esto es cine de entretenimiento, pero trata de asuntos que nos importan hoy. ¿Qué ocurre cuando hacer lo moralmente correcto supone romper las reglas? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por defender a la gente que amamos? 

P.- ¿Le molesta que le digan que su nueva película copia el modelo de Christopher Nolan de buscar el lado oscuro de los héroes? 

R.- Tengo que confesar mi admiración por su trabajo. Pero lo que me gusta de él no es precisamente esa forma de oscurecer sus historias de la que habla, sino la convicción con la que transforma historias digamos elementales o primarios de cómics en auténticos dramas con personajes de carne y hueso. En manos de cualquier otro, sería un material ridículo y él consigue hacerlo real y perfectamente creíble. 

P.- Después de 'Perdidos', ¿hacer cine es diferente? ¿Cómo ha transformado el lenguaje de la televisión el del cine? 

R.- La televisión vive del principio de retener a la audiencia. Te las tienes que ingeniar para que el espectador se quede ahí, sin moverse del sitio, después de los anuncios. Existe una especie de relación directa con el público que se hace patente, por ejemplo, cuando en una comedia se escuchan las risas enlatadas para que no quede el menor amago de duda de que algo es divertido. Eso ha hecho que todo se haya acelerado; todo discurre mucho más rápido. Y eso ha transformado el cine tremendamente. El cine ha perdido el reposo por culpa de la tele

P.- Y al revés, ¿qué ha aprendido la nueva televisión del cine? 

R.- Por un lado, la televisión actual ha adquirido ciertos valores de producción (todo es más grande y mejor) inéditos hasta la fecha y, por otra parte, ahora mismo se atreve a hacer cosas que ya no hace el cine. Hollywood se ha vuelto muy cuidadoso. Es una cuestión de números, de dinero. Todas las producciones que antes se hacían por una cuestión de instinto, de tripas, ahora ya no se hacen. Es la televisión la que ha tomado el testigo. Mi instinto me dice que las cosas van a cambiar y que el cine acabará dándose cuenta de que, como ocurre en la tele, vale la pena arriesgar

P.- ¿Cómo se maneja con el apodo de 'el nuevo Spielberg' que le ha tocado? 

R.- No existe tal cosa. No hay ningún nuevo Spielberg. Digamos que me limito a hacer mi trabajo lo mejor posible en función no de mi carrera sino de las exigencias de la producción. No sé si esto responde a su pregunta. Pero, no, no soy Spielberg

P.- Imax, 3D, 48 fotogramas por segundo... ¿Qué es lo próximo? ¿Cómo se imagina el futuro del cine? 

R.- Todo eso es divertido y convierte el hecho de ir al cine en una auténtica experiencia. Pero tengo que decir que he visto a gente llorar mientras contemplaba una película en su iPad. Ahora mismo hay cines con peor acústica y que se ven peor que un buen 'home cinema'. Además, pocas experiencias generan tanto consenso como sentarse delante de la tele con las redes sociales como aliadas para compartir lo que ves. Con todo esto quiero decir que, aunque el hecho de ir al cine y sentarse a oscuras a compartir una película sigue siendo una experiencia insuperable, no es la única. Nos pongamos como nos pongamos e inventemos lo que inventemos, lo que importa es el alma de la historia, su corazón, independientemente de cualquier 'gadget' o 'truco'. Somos contadores de historias. Y eso es lo que cuenta.

Fuente el mundo

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