lunes, 28 de marzo de 2011

Entrevita a nimoy II

El otro dia publicabamos la primera parte del reportaje a Leonard Nimoy, gracias a la traduccion que ha hecho Kohelles para Guia ST , el vulcano nos habló acerca de su vida actual, de los éxitos no-trekkers de su carrera, y empezó a meterse de lleno en Star Trek y en Spock. En esta segunda entrega comenzamos hilvanando las películas de TOS y llegamos hasta sus apariciones como invitado en The Next Generation. Para empezar, The Motion Picture: “Después de estrenarse esa película", cuenta Nimoy, "todos pensaban que había que seguir haciendo algo con Star Trek, que el primer film no había logrado lo que podía haberse logrado, que todavía existía un público, un interés, pero que TMP no había satisfecho a la audiencia en términos de contenido. Y que había costado demasiado dinero. Por eso, cuando llamaron a Harve Bennett para que escribiera el guión de una segunda película de Star Trek y le preguntaron si lo haría por menos plata, él contestó algo así como: “Por el dinero que ustedes pagaron por el primer film, yo puedo hacerles dos películas”. Eso fue llamativo, y creo que en verdad Bennett hizo Star Trek II por aún menos plata todavía; creo que lo hizo por un tercio de lo que costó el guión del primer film. Yo no estaba al tanto de aquellas conversaciones, pero mi intuición me decía que los ejecutivos creían que valía la pena intentar un segundo film a un costo mucho, mucho menor, para comprobar si aún quedaba algo potable de Star Trek. Y, francamente, cuando me contaron que iban a filmar una segunda película, pensé que lo que querían era exprimir de la franquicia sólo eso, y nada más. Pensé que sería el fin de Star Trek, y por eso acepté que Spock muriera al final de Star Trek II.

Star Trek: The Motion Picture nació en realidad de las cenizas de Star Trek: Phase II, el programa de tevé que Paramount abortó cuando todos se dieron cuenta, a partir de La guerra de las galaxias y de Encuentros cercanos del tercer tipo, que las películas de ciencia-ficción podían ser enormes éxitos de taquilla. Hace poco volvió a hablarse de Phase II y se discutía qué tanto estuvo usted implicado en el proyecto, o si no estuvo implicado para nada…

Se dijo que el señor Roddenberry me ofreció un contrato para aparecer como Spock en dos de once capítulos de Star Trek en los años 70, cuando se analizaba la posibilidad de una nueva serie. Eso es verdad, y también es verdad que yo rechacé la oferta. No me hacía sentir cómodo que me contrataran para trabajar a tiempo parcial.

Interesante. ¿Esa propuesta provino de Roddenberry, o fue cosa de la Paramount, que intentaba bajar los costos o bien esperaba seducirlo a usted con la posibilidad de un trabajo menos agotador?

Dado que el señor Roddenberry falleció, jamás lo sabremos. En 1971, lo contrataron además para desarrollar un programa para mí, en Universal. Se llamaba Questor (The Questor Tapes). Cuando llegó el momento de hacer el casting, en lugar de elegirme a mí eligió a Robert Foxworth.

Vamos a Star Trek II: ¿qué es lo que más recuerda de la reacción de todos –fans, críticos, actores, usted mismo- ante la muerte de Spock?

Fue algo muy, muy conmovedor. Recuerdo como si fuera hoy el día que filmamos la escena de la muerte. Fue una experiencia muy sombría, muy emocional. Yo estaba muy triste, preocupado. Cuando se nos ocurrió la idea de hacer una fusión mental con el doctor McCoy (DeForest Kelley), me preguntaron si podría decir algo durante esa fusión mental que nos diera un gancho para el futuro, en caso de que hubiera posibilidades de continuar. Y se me ocurrió la palabra “Recuerda”, que me parecía lo suficientemente abarcativa y lo suficientemente interesante como para ser utilizada como recurso en algún futuro. Y funcionó. Pero, en aquel momento en particular, todo era de una gran tristeza. Existía la sensación de: “Mirá... ¡quién sabe!, por ahí sale algo positivo de todo esto...”, pero actuábamos una escena de muerte muy seria, y todos estábamos muy conmovidos con eso.

Star Trek III fue su primera misión como director. ¿Qué tan a gusto se sintió detrás de la cámara? ¿Se consideraba capacitado? ¿Y qué tan satisfecho quedó con el resultado final?

Me sentí muy cómodo filmando. Pero también sentía que me... controlaban, creo que ésa es la palabra correcta. Tenía que justificar y explicar todo lo que hacía, cosa que me hacía gastar mucha energía. Y me ofendía, también. Me molestaba ser monitoreado tan puntillosamente, porque estaba seguro de que sabía lo que hacía. El guión me parecía adecuado y que proponía lo correcto: encontrar a Spock y ponerlo de pie otra vez. Era una idea interesante, la del planeta Genesis desarrollándose y lo que quedaba de Spock evolucionando junto con el planeta… Seguro que no fue la película divertida que algunos esperaban, pero creo que lo hice bien. Fue lo que tenía que ser. Quizá, analizando en perspectiva, podríamos haber encontrado una mejor historia o una mejor estructura, pero logramos hacer nuestro trabajo y la película estuvo OK. En la taquilla, rindió tanto como ya se venía viendo que era el patrón de recaudación para los films de Star Trek, así que estuvo OK. No fue un éxito gigante, pero tampoco se la consideró un fracaso. Y resultó lo suficientemente sólida como para que los ejecutivos decidieran seguir adelante y filmar otra más.

Star Trek IV fue el film de TOS más exitoso, en varios niveles. ¿Percibía usted de antemano que esa película le sacaría el jugo al momento cultural trekker de entonces?

Sí, yo le tenía mucha, mucha confianza a esa película. Me impliqué mucho en el desarrollo de esa historia, estuve en el set de filmación todo el tiempo. Cuando se terminó de filmar Star Trek III, e incluso antes de que se estrenara en los cines, Jeffrey Katzenberg –quien era el productor principal del estudio- me llamó y me dijo: “Queremos que hagas otra película”. Le contesté: “Necesito algo más de libertad; en el último film me sentí demasiado controlado, necesito tener libertad para explorar algunas ideas y hacer mi propia película”. Y me dijo: “Ya pasaste la prueba, hacé tu propio film. Danos tu propia idea de cómo debería de ser”. Invertí todo mi tiempo en eso. Investigué mucho. Leí mucho. Viajé mucho. Fui a la Costa Este (norteamericana) para tener reuniones con varios científicos y que me contaran qué les interesaba, cuáles eran las ideas posibles a explorar en un futuro. Todo eso me ayudó mucho y, de una forma u otra, todo eso terminó apareciendo en la película. Pero, igual, no dejé que todo aquello me distrajera –ir de acá para allá y hacer mil cosas durante aquel período de desarrollo-; estuve en el set casi todo el tiempo, y en mi escritorio trabajando o hablando o explorando o leyendo o intentando construir la historia. Todo el asunto de la ballena ya era de por sí buenísimo, pero había varios desafíos, también, porque no existían muchas filmaciones disponibles de ese tipo de ballenas jorobadas. Así que empezó el tema de que si podíamos o no podíamos inventar esas tomas con miniaturas, o con imágenes digitales, o también con filmaciones reales, y todo eso… Había mucho trabajo por hacer, pero una vez que las ideas tomaron forma, todo se convirtió en algo muy apasionante. Cuando terminó de escribirse el guión, con Harve Bennett y yo en el argumento y Harve y Nick Meyer en la puesta en escena, yo estaba muy, muy fascinado. Pensé: “Acá tenemos una película impresionante”. Para entonces, el productor a cargo de la Paramount era Ned Tanen; Jeff Katzenberg y Michael Eisner se habían ido a (la compañía) Disney. Y Ned Tanen fue quien leyó el guión y nos dio luz verde para continuar. Me llamó y me dijo: “Almorcemos juntos”. Y durante ese almuerzo me dijo: “Yo haría esta película incluso si no fuera una película de Star Trek”, porque estaba convencido de que el guión contaba una historia apasionante, ajustada y exitosa. De verdad que la pasé muy bien haciendo ese film.

Star Trek V fue, de cualquier forma que la queramos ver, una película de William Shatner. Así que vayamos directamente a Star Trek VI. ¿Era el momento de despedirse? ¿Y le pareció que les hizo justicia a la franquicia y a los actores?

Yo tenía otros sueños para Star Trek VI. Tenía otras esperanzas, que no se concretaron. Creo que el film cumplió su propósito, una vez más. No nos perjudicó, pero no cumplió con lo que esperaba.

¿Qué era lo que usted esperaba?

Tuve una conversación muy interesante con Gene Roddenberry, durante la cual debatimos la idea de este film que ingresaba en el territorio de los klingon, en el Imperio Klingon. Le planteé la idea de que así como Nixon, un reconocido conservador, había sido quien pudo viajar a China para negociar –y los chinos, obviamente, no eran conservadores sino profundamente comunistas-, entonces el capitán Kirk sería el ideal para ir al Imperio Klingon a negociar con ellos una distensión militar entre el Imperio y nuestro bando, la Federación. Esa idea le encantó a Nick Meyer y escribió un guión muy potable, pero lo que yo esperaba era que, una vez dentro del Imperio Klingon, encontráramos algo acerca de la raza klingon que nos sorprendiera a todos. ¿Por qué están siempre tan enojados? ¿Por qué son tan hostiles? ¿Por qué tienen tanta voluntad guerrera? ¿Por qué viven a base de conflictos, paranoias y suspicacias? ¿Qué piensan? ¿Qué hay dentro de ese Imperio que no sabemos, y que nos sorprendería? Nunca llegamos a desarrollar esa propuesta. Y nunca la concretamos. Hicimos un argumento interesante sobre facciones políticas dentro de la estructura klingon, pero nunca llegamos a “aquella” alucinante revelación acerca de su raza…

Las apariciones como Spock en TNG… ¿fueron idea suya, no?

Fui a ver a los productores de Next Generation para proponerles un crossover, les dije que mi presencia en TNG podría resultar, de algún modo, como una conexión con los films que estábamos haciendo. Escribieron un guión que me pareció correcto para ese propósito. Fui y lo hice con gusto. Y, sí, fue una idea mía. Les llevé mi idea, y la pusimos en práctica.

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