miércoles, 4 de agosto de 2010

Star Trek:La saga de Spock

- Sí, capitán, ha superado recientemente las pruebas, y dentro de dos semanas partirá hacia la Tierra para incorporarse a la Academia. A pesar de su juventud, es ya un científico destacado, aunque tendrá que luchar contra su herencia humana y romulana.
- Padre, tú siempre dices que no hay paz hasta que se deja de luchar.
- Así es, hijo mío, pero pronto sabrás que nadie es capaz de conocer el valor de la paz hasta que no se ha visto obligado a luchar.

Saat calló, y adoptó una mirada que disipó todas las dudas posibles acerca de su paternidad.

- Bien, ahora les ruego que me escuchen, puesto que lo que van a oír es importante, importante para mí y para ustedes, pero también para la Flota Estelar, la Federación de Planetas Unidos, e incluso para el Cuadrante Alfa tal y como hoy lo conocemos. Así es como fue, así es como es.

Capítulo 4
La Saga de Spock

La vida nunca fue fácil en Vulcano, pero hasta hace unos cinco mil años, la temperatura en la superficie era más parecida a la actual de la Tierra que a la que hoy tenemos. Fue entonces cuando la civilización anterior, los Antiguos, alcanzó su punto de máximo desarrollo. Conocían el viaje espacial, pero aún no dominaban las velocidades de hiperespacio. Tampoco eran Vulcanos, como hoy se entiende el término, sino que eran una sociedad militar, inundados de sentimientos y, debo decirlo, entre esos sentimientos eran la ira y el miedo los que imperaban. La ira en los vencedores, y el miedo en los derrotados. Entonces ocurrió lo inevitable: La energía nuclear fue peligrosa durante siglos, pero al fin se consiguió igualar la potencia pero sin los efectos colaterales de la radiación. Y una vez existió la posibilidad de exterminar al oponente sin destruir el planeta, la guerra fue inevitable. Fue una guerra corta, puesto que el primero en poder aplicar la tecnología lo hizo. Destruyó al adversario, pero al mismo tiempo se colocó al borde de la extinción a sí mismo. No hubo radiación mortal, pero en el intento de acabar con todos, la energía empleada fue tan fuerte que sacó al planeta de su órbita. También, la explosión aumentó drásticamente la temperatura del núcleo planetario, y junto con el calor cada vez mayor proveniente de 40 Eridani, la vida en este planeta pareció condenada. En ese momento se produjo la separación entre lo que hoy son la raza vulcana y la romulana. Al creer que el planeta estaba perdido, la mayoría de la población se hizo con todas las naves disponibles, y se dispusieron a buscar algún planeta que les acogiese. Nada se sabía en aquel entonces del Cuadrante Alfa, sólo la localización de algunos sistemas planetarios. A falta de seguridad, cada nave tomó un rumbo, y hoy día sólo sabemos que en los planetas gemelos, Rómulo y Remo, se establecieron algunos de nuestros ancestros comunes. Sin embargo, no es descartable que en los próximos milenios nos encontremos con otras razas que surgieran de aquella, puesto que algunas de las naves estaban diseñadas para ser autosuficientes, y para albergar a sus pasajeros durante todo el tiempo que hiciera falta... Eso sin contar con las dos naves que, según la historia, ya contaban con cápsulas para hibernar a sus tripulantes.
Pero esa no es mi historia, ya que mis antepasados fueron aquellos que se quedaron aquí. Algunos renunciaron a escapar, pero la gran mayoría no tuvo alternativa. Nunca hay suficientes naves cuando se trata de evacuar un planeta. Esas familias que se quedaron en el planeta pronto se vieron en la necesidad de adaptarse a su nueva forma de vida. Entonces surgieron las viviendas prolongadas en cuevas, aunque la temperatura seguía siendo excesiva. Por supuesto, existían aparatos de refrigeración, pero la energía era escasa cuando casi todo el planeta estaba deshabitado. Poco a poco, y sin que nadie se pudiera oponer, los vulcanos fueron dejando de lado cualquier tipo de excitación innecesaria. Ese fue el comienzo del camino que les llevó a la ausencia total de sentimientos. Y así fue como nos adaptamos a nuestra nueva situación. Por suerte, el hecho de que nuestra hemoglobina tenga al cobre como base nos permite resistir mejor la atmósfera resultante del cambio de órbita.
Y después de décadas de adaptación, Vulcano volvió a conocer los niveles de civilización que había tenido en el pasado. Sin embargo, sus habitantes habían cambiado tanto que ya no podían ser considerados la misma raza. Hoy en día, son los romulanos los más próximos a la forma de ser de Los Antiguos. El avance tecnológico era imparable, una vez dejados de lado los problemas que acarrean las distracciones innecesarias. Se desarrollaron máquinas preparadas para trabajar a temperaturas que hubieran fundido a las antiguas, y pronto se alcanzó un hito en la historia de Vulcano. Fue el descubrimiento del viaje estelar a velocidades de hiperespacio. Una vez alcanzado ese nivel de desarrollo, mis antepasados decidieron adoptar el papel de supervisores, y se dedicaron a investigar y estudiar las civilizaciones próximas. Fue entonces cuando surgió la norma que hoy día es la Primera Directiva de la Flota Estelar: No intervenir en el desarrollo de una civilización. Y durante siglos, los vulcanos viajaron y observaron, pero sin llegar jamás a establecer contacto alguno con otras civilizaciones del Cuadrante Alfa. De aquella época quedó tan solo un conocimiento extenso de este brazo de la galaxia.

Spock hizo una pausa, y todos lo miraron preocupados. Parecía agotado, había dejado caer la cabeza y respiraba pesadamente. Nada en los rostros de Saavik o Saat hacía pensar que estuvieran preocupados, pero... ¿Cómo se sabe si un vulcano lo está?.

- Spock, ¿Se encuentra usted bien?
- No se preocupe, capitán Sulu, mi padre necesita un momento para seguir hablando.

Apenas un minuto después, la voz de Spock volvió a romper el silencio de la sala.

CONTINUARA.


Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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