domingo, 1 de agosto de 2010

STAR TREK: La saga de Spock

Momentos después, Jim retomó la conversación:

- Bones, hay algo que me preocupa, y quisiera contártelo, pero sólo lo haré si me escuchas como amigo, nada de conversaciones paciente-doctor, ¿de acuerdo?.
- ¡Vaya!, debe ser algo realmente grave. De acuerdo, dejaré a un lado mi maletín... ¿De qué se trata?
- Hace dos semanas que tengo pesadillas. Son muy extrañas, todas diferentes, pero siempre hay dos cosas que se repiten: Estamos en el Enterprise, en medio de un combate. Siempre lucho hasta el final, pero siempre acabo llegando a un punto límite en el que me despierto bañado en sudor.
- Bien, cada vez que hablo contigo me arrepiento un poco más de no haberme dedicado a la psicología... Jim, tienes que afrontar algo, tú has ganado siempre, pero ya ha llegado la hora de que te enfrentes a la posibilidad de perder, o al menos de no ganar. Yo aceptaré la boda de mi hija con el tiempo, y tú deberías hacer lo mismo.
- Pero yo no tengo hijos.
- No Jim, me refiero a que tú también debes afrontar el hecho de que ya ha pasado el tiempo en el que éramos nosotros los que tomábamos las decisiones.
- Tal vez tengas razón, Bones, pero me será muy difícil.
- Por supuesto, si no, no serías James T. Kirk... Bueno, tengo que irme, pero te veré un día de éstos, ¿De acuerdo?
- De acuerdo, Bones, hasta la vista.
- Hasta la vista, Jim.

Bones había perdido su batalla final, y ahora Jim sabía que tenía que hacer lo mismo. Y tenía que hacerlo porque la única forma de ganar esa batalla es... perderla.

Capítulo 2
Emergencia

Nada más llegar a casa, Jim se encontró con la suave voz del ordenador: “Tiene un mensaje de prioridad Uno”. Ni la voz deliberadamente sedante que habían programado podía ocultar la trascendencia de las palabras. Prioridad Uno significaba que o bien la Galaxia se estaba cayendo a pedazos, o que alguien necesitaba urgentemente de Jim Kirk. Por un momento deseó que fuera lo primero.

- ¿Es el mensaje en audio o en vídeo?
- En audio, Almirante, vía Flota Estelar.

Tal vez la Galaxia se caía a pedazos después de todo. Jim se sentó y se alegró de no tener que recurrir a su frasco de Retinax VI. Por fortuna, los médicos habían conseguido dar con una fórmula a la que no era alérgico, pero aún así usarlo le hacía sentirse demasiado mayor.

- Reproducción.
- Almirante... Jim...
-¡Spock!
- ¿Desea seguir escuchando el mensaje?
- Sí, vamos, vamos, no te he hecho parar.
- .... Me resulta muy difícil dirigirme a usted en estos momentos, pero necesito urgentemente que venga a Vulcano. Se podría decir que es un asunto de vida o muerte. La Flota Estelar me ha permitido garantizarle dos pasajes en la primera nave disponible. Por favor, póngase en contacto con el Almirante Frederick lo más pronto que pueda... Le espero, Jim.
- Fin del mensaje. ¿Desea escucharlo de nuevo?
- No, establezca comunicación con el Almirante Frederick, por favor.
- En proceso... ¿Audio o vídeo, señor?
- Como sea, da igual.
- El modo “como sea” no está disponible, por favor, escoja otro.
- ¡Vídeo!
- Espere, por favor.

Al momento apareció el rostro de un joven de unos treinta años, con el pelo impecablemente arreglado y su uniforme de Almirante como si acabara de salir de la fábrica.

- Buenas tardes, Almirante, soy...
- Sé quién es usted, Almirante Kirk. El Capitán Spock me avisó de que se pondría en contacto conmigo. ¿Para cuando desea los pasajes a Vulcano?.
- Quiero la próxima nave.
- Contaba con ello. El Doctor McCoy le esperará en el Muelle estelar, se ha negado a ser transportado, así que le hemos asignado una lanzadera.
- ¿El Doctor McCoy?
- Sí, llegó antes a casa y ya ha recibido el mensaje.
- ¿Viene alguien más?
- La oficial Uhura y el Capitán Montgomery Scott se encuentran ya a bordo de la nave. Insistieron en esperarle.
- Muy amable por su parte... Muchas gracias, Almirante.
- Una cosa más, Almirante Kirk.
- Dígame.
- Todos ustedes son miembros jubilados de la Flota Estelar, pero esta tiene el carácter de una misión oficial. Utilizarán una Nave Estelar, así que le ruego que se presente de uniforme.
- Será un placer, Almirante. Kirk fuera.

El uniforme le estaba ya muy justo, y distaba mucho de dar el aspecto impecable de cuando el Enterprise era “La nave de Kirk”, pero no le importaba demasiado, se sentía bien. Llegó al centro de transportación de la Flota, donde todos los soldados le saludaron con auténtico respeto a pesar del inconfundible aspecto de oficial retirado que tenía. Segundos después se materializaba en la sala de transporte de una nave, en el Muelle Estelar. Un joven alférez le saludó (todos le parecían jóvenes ahora).
CONTINUARA.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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