domingo, 22 de agosto de 2010

Relatos AT: The Enterprise Conspiracy

Episodio I: Una curiosa serie de ascensos

Jean Luc Picard, el Almirante Jean Luc Picard, miraba el vacío al otro lado de su despacho, a través del vapor que brotaba de su suculenta taza de Earl Grey. No estaba feliz con su ascenso; pero ya se había negado demasiadas veces a abandonar el puente del USS Enterprise y -a su edad- pasar a esta "nueva etapa" era casi inevitable. "Tómalo con calma, Jean Luc", le había dicho la Almirante Janeway, "el Almirantazgo sabe de tu habilidad para la diplomacia; dudo mucho que vayas a pasar demasiado tiempo en una oficina".


Pero, más allá de su disconformidad personal, había "algo" en torno a los más recientes ascensos dentro de la Flota Estelar que dejaba demasiados cabos sueltos en la analítica mente del ex Capitán del Enterprise. Tal como él había sido prácticamente "forzado" a aceptar el rango de Almirante, Will Riker había sido empujado a la capitanía de la USS Titan y, tras la misteriosa muerte de la Capitana A'Nahl, había tomado el mando de la USS Cabot.

Pero la serie de curiosas promociones no acababa con Picard y su "Number One". Deanna Troi había aceptado una jugosísima oferta para ser la Directora de la Facultad de Psiquiatría en la UCLA que la alejaba, al menos físicamente, de su eterno compañero Will Riker; Beverly Crusher ostentaba ahora el título de Jefa de Investigación Médica de la Flota Estelar, con sede en San Francisco y Geordi LaForge se había instalado como titular de la cátedra de Sistemas de Propulsión en la Academia. Worf, también prematuramente promovido a Capitán, estaba al mando de la renovada USS Defiant, con base permanente en Deep Space 9 y B4 -quizás el último remanente de la oficialidad del Enterprise, y seguramente el que peor terminó de todos- había sido entregado al Centro de Investigación de Inteligencia Artificial en Aicilog Prime, en su calidad de último y único androide clase Soong, para ser estudiado.

En los últimos meses, había sentido muy fuerte el desarraigo. Las postales de los ex miembros de la tripulación le llegaban a diario. Y no sólo de sus oficiales, de sus amigos, sino también de oficiales de menor rango a los que apenas recordaba, no sin cierta culpa. Para empeorar, había tenido varias crisis de "mareo de tierra" -zumbido en los oídos y alteraciones en el sentido del equilibrio- producto de su readaptación física a la atmósfera y gravedad natural, después de tantos años de vivir en un "ambiente controlado", como es el de una nave estelar; y se había pescado una tremenda gripe.

"Entiendo cómo te sientes", le había dicho, días atrás, durante el almuerzo, Katherine Janeway, "A mi me tomó más de un año resignarme a que la Voyager ya no era mi nave, mi hogar". Desde que Picard había sido ascendido, la ex capitana de la legendaria nave clase Intrepid había sido un gran apoyo para sobrellevar la "crisis de reingreso", como le decían los Consejeros. Ella lo admiraba y, en muchos aspectos, lo comprendía. De hecho, en los últimos meses, habían comenzado a cultivar una relación que casi podría llamarse amistad; aunque debe reconocerse el mérito de ella en cultivar ese vínculo. Había sido ella la que se había acercado, con una palabra amable, con una palmada en el hombro. Había sido ella también la primera en ignorar el rango de Almirante y llamarlo "Jean Luc", a secas. No muy dotado para la sociabilización, Picard se había resistido durante bastante tiempo a trabar amistad con su colega. Estaba demasiado ocupado en su crisis personal como para estar dispuesto a comprometer sentimientos. Sin embargo, la persistencia de Janeway había rendido sus frutos.

Ahora, no sólo ella lo llamaba "Jean Luc". Él también la llamaba, simplemente, "Kathy".


Escrito por Diego E. Gualda

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