jueves, 15 de julio de 2010

Star Trek: La Última Misión

Un silencio se abrió paso entre ellos, hasta que Chekov se decidió a romperlo.
- ¿Die veras piensa que vamos a diejarlo ir solo?
- Pavel tiene razón -dijo Uhura- si quiere entrar ahí, lo hará con él y conmigo.... O no lo hará.
- Iremos todos o no irá nadie -resumió Scotty.
- Les agradezco su interés, pero deben quedarse en la nave. No sé qué alcance tiene el poder del Nexus, pero si dejamos la nave a la deriva tal vez no consigamos volver a ella... Iré solo, pues no puedo aceptar la responsabilidad de sus vidas.
- Spock, hay algo que se escapa a su brillante lógica: ¿Qué hará para convencer a Jim?
- Eso es cosa mía doctor.
- Por supuesto que lo es, pero usted sabe tan bien como yo cuál es la cosa más importante del Universo para Jim.
Automáticamente todos miraron a su alrededor: ¡El Enterprise! muchas veces Jim había dicho que era lo más importante en su vida.
- Doctor, ¿está sugiriendo que...?
- Precisamente Scotty. Sólo si ponemos en peligro la nave estaremos seguros de que Jim volverá. Sabemos que en el Nexus no existe el tiempo, así que será fácil entrar en él, rescatar a Jim y volver a la nave a tiempo de liberarnos con la estrategia de Scotty. Por supuesto, será mejor que dejemos preparado el deflector principal antes de irnos.... ¿Qué le parece mi plan, Spock?.
- Fascinante... Y lógico.
- Entonces está decidido -dijo Sulu- Todos iremos en esa misión.
Spock arqueó ligeramente su ceja, y nada más verlo, McCoy se dirigió a él:
- No se enfade, Spock... Es sólo una muestra de esa inútil emoción humana llamada amor... Acompáñeme y dejaremos listo el deflector.
- Después de usted doctor.
Ambos salieron del puente, y dejaron a los demás con tanta preocupación como esperanza.

Capítulo 6

Nunca te perderé, nunca.

Nada más llegar a la altura de la Cinta, Spock dio la orden de lanzar la sonda, justo a su centro. Con rapidez la vieron perderse en el mar de colores eléctricos que la formaban, y esperaron en tensión los escasos segundos que tardaron en llegarles los primeros datos. En cuanto lo hicieron, Spock abandonó el sillón de mando y se reunió con McCoy en el puesto de Oficial Científico.

- Parece que la distorsión temporal de la cinta no afecta a los objetos inanimados. La sonda transmite con normalidad -McCoy se daba prisa en recopilar todos los datos posibles mientras la sonda luchaba para no ser aplastada antes de tiempo-, sin embargo no detecta ningún signo de vida en toda la extensión de la Cinta.
- Eso no es concluyente Doctor. Jim puede encontrarse en cualquier punto del espacio.... O del tiempo.
- ¡Fíjese, Spock! Según estas lecturas, la fuente de energía de la Cinta no es de origen eléctrico.
- Fascinante, y sin embargo su aspecto externo parece indicar lo contrario.
- Mire, más datos.
La sonda estaba empezando a trazar un perfil estructural de la Cinta. Apenas llevaba una cuarta parte cuando fue aplastada por la presión y ya no recibieron más datos.
- ¡Maldición! ¡Ahora que casi lo teníamos!
- Si Doctor, ha sido verdaderamente inoportuno.... Uhura, transmita los datos a la Flota.
- Transmitiendo, señor Spock.
- ¿Alguna teoría acerca del origen de la Cinta? -preguntó McCoy.
- Tal vez, pero para comprobarlo necesitaría saber cuál es su camino. ¿Me permite, Doctor?
- Con mucho gusto.

Spock se sentó y comenzó a programar. De cuando en cuando se detenía a pensar y momentos después continuaba tecleando a gran velocidad y sin que sus gestos denotaran la más mínima prisa.

- Justo lo que sospechaba -dijo por fin- El origen de la Cinta está en nuestro propio sistema solar.
- ¿¡Qué es lo que está diciendo!?
- Creo que me ha oído Doctor: El origen de la Cinta...
- Pues claro que le he oído, pero no me lo puedo creer. ¿Qué es lo que ha podido originar algo así sin que nos hayamos dado cuenta?
- Me temo que fuimos nosotros, Doctor.
CONTINUARA.
Relato de JUAN TERUEL RAMON.

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