Al igual que a J.J. Abrams, siempre me atrajo más el universo de “Star Wars” que el de “Star Trek”. No obstante, no pertenezco a ese grupo de fanáticos de la obra deGeorge Lucas que echan pestes contra la creación de Gene Roddenberry, de tal modo que seguí la serie original de la década de los sesenta y también vi numerosos capítulos sueltos de “Star Trek: La nueva generación” y unos cuantos de “Star Trek: Voyager” y “Enterprise” (no obstante, de la que guardo un recuerdo más grato es de “Star Trek: Espacio Profundo Nueve”). En cuanto a los largometrajes, me gustaron los tres primeros de la saga, a pesar de que soy de los que opino que “Star Trek II: La ira de Khan” es una cinta algo sobrevalorada.
Desde luego, me distrajo muchísimo “Star Trek IV. Misión: Salvar la Tierra” y considero que “Star Trek VI: Aquel país desconocido” no está nada mal (eso sí, las que no se salvan de la quema son “Star Trek V: La última frontera” y todas las protagonizadas por Jean-Luc Picard y su tripulación).
Desde luego, me distrajo muchísimo “Star Trek IV. Misión: Salvar la Tierra” y considero que “Star Trek VI: Aquel país desconocido” no está nada mal (eso sí, las que no se salvan de la quema son “Star Trek V: La última frontera” y todas las protagonizadas por Jean-Luc Picard y su tripulación).
Tras el escaso tirón comercial de las últimas propuestas de esta franquicia, por fin llega a nuestras pantallas la precuela de las mismas, una cinta en la que descubrimos cómo James T. Kirk se convierte en el capitán de la U.S.S. Enterprise, una de las naves más emblemáticas de la pequeña y de la gran pantalla. El arranque del filme es magnífico, introduciéndonos de lleno en la historia y llamando enseguida nuestra atención. Luego tiene lugar la típica presentación de personajes, si bien en este caso se ha optado por ser más directos de lo habitual y obviar no pocos años de su preparación.
Semejante decisión le otorga un buen ritmo a la película pero perjudica a lo que es la profundidad de los protagonistas del relato, optando los guionistas por acercarse a un tono que se aproxima en exceso al de algunas comedias para adolescentes. La trama no se puede calificar de compleja, percibiéndose enseguida que la principal intención de J.J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci es que nos entretengamos durante un par de horas (cabe tranquilizar, pues, a aquellos espectadores que piensen que se van a encontrar con meollos mentales parecidos a los de la serie de televisión “Perdidos”). Por otro lado, de nuevo se recurre a los viajes en el tiempo, si bien de una forma en la que se entiende todo a la primera (además, la introducción de este elemento permite que sus posibles secuelas no tengan que ceñirse a los anteriores títulos de la saga).
No faltan los guiños a los devotos de “Star Trek”, siendo una agradable sorpresa que el papel de Leonard Nimoy cobre tanta importancia en la narración. Respecto a las secuencias de acción, particularmente me quedaría con aquélla en la que el villano Nero ataca el planeta Vulcano: ágil, intensa y muy espectacular. La realización de Abrams no está nada mal, resultando llamativa la fotografía que se utiliza en el filme. En cuanto al reparto, Chris Pine no termina de convencerme como James T. Kirk, ya que convierte la socarronería de William Shatner en una molesta arrogancia (tampoco es que me entusiasme Simon Pegg como un graciosillo Scotty). Del resto del cartel me quedo con los trabajos de Karl Urban, Zoë Saldana y John Cho, echándose en falta que la presencia de Eric Bana sea más imponente. En definitiva, “Star Trek” es el digno regreso a la gran pantalla de una de las licencias más conocidas de todos los tiempos, una amena cinta que gustará tanto a los trekkies como a los que no lo son. Puede que su historia sorprenda por su sencillez, pero al menos se disfruta, algo que, a fin de cuentas, es lo que busca la mayoría del público.
Fuente La Butaca.
Semejante decisión le otorga un buen ritmo a la película pero perjudica a lo que es la profundidad de los protagonistas del relato, optando los guionistas por acercarse a un tono que se aproxima en exceso al de algunas comedias para adolescentes. La trama no se puede calificar de compleja, percibiéndose enseguida que la principal intención de J.J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci es que nos entretengamos durante un par de horas (cabe tranquilizar, pues, a aquellos espectadores que piensen que se van a encontrar con meollos mentales parecidos a los de la serie de televisión “Perdidos”). Por otro lado, de nuevo se recurre a los viajes en el tiempo, si bien de una forma en la que se entiende todo a la primera (además, la introducción de este elemento permite que sus posibles secuelas no tengan que ceñirse a los anteriores títulos de la saga).
No faltan los guiños a los devotos de “Star Trek”, siendo una agradable sorpresa que el papel de Leonard Nimoy cobre tanta importancia en la narración. Respecto a las secuencias de acción, particularmente me quedaría con aquélla en la que el villano Nero ataca el planeta Vulcano: ágil, intensa y muy espectacular. La realización de Abrams no está nada mal, resultando llamativa la fotografía que se utiliza en el filme. En cuanto al reparto, Chris Pine no termina de convencerme como James T. Kirk, ya que convierte la socarronería de William Shatner en una molesta arrogancia (tampoco es que me entusiasme Simon Pegg como un graciosillo Scotty). Del resto del cartel me quedo con los trabajos de Karl Urban, Zoë Saldana y John Cho, echándose en falta que la presencia de Eric Bana sea más imponente. En definitiva, “Star Trek” es el digno regreso a la gran pantalla de una de las licencias más conocidas de todos los tiempos, una amena cinta que gustará tanto a los trekkies como a los que no lo son. Puede que su historia sorprenda por su sencillez, pero al menos se disfruta, algo que, a fin de cuentas, es lo que busca la mayoría del público.
Fuente La Butaca.
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