-Usted parece tener los pies bien puestos sobre la tierra y haber resistido cualquier tentación de “predicar” sus ideas (anti-religión convencional) en Star Trek…
-Porque no lo habría hecho bien.
-Porque su mayor responsabilidad es para con el programa, el producto…
-Por muchas razones. La principal: antes de que yo mande mi mensaje, la gente debe ver el producto y debe gustarle. Si mi producto no hubiera tenido éxito, yo no habría podido escribir algunos de los guiones que a ustedes apreciaron tanto. Puedo hacerlo porque los números y el rating andan bien. Creo, y lo digo en defensa propia, que al lograr un buen programa soy yo quien hace que los números den bien.
-Pero no nos machaca la cabeza con su mensaje.
-Creo que cualquiera que tiene la capacidad de entender lo que digo, lo entiende. ¿Me gustaría decir “A la m*e*d* con la censura” y “A la m*e*d* con hacer que la serie tenga éxito”, y simplemente contar lo que siento?, sí, me gustaría. Pero eso no le serviría al programa, y enseguida perdería mi audiencia.
-Sin embargo, si le fuera posible, ¿haría usted un programa muy diferente del que está haciendo ahora?
-Oh, sí. Escribiría historias que hoy ni se te ocurren.
-¿Pero eso seguiría atrayendo al público?
-No.
-Entonces escribiría esas magníficas historias y no habría nadie para verlas. Obviamente, lo que está haciendo ahora es el camino correcto.
-Es el único camino. La única otra manera de hacerlo diferente sería entrar en otro mercado, como el de los libros, o algo que te dé satisfacción pero para un público pequeño. En televisión no podés hacer lo que yo quiero hacer, y tener éxito.
-Cierto. Es un medio masivo… un medio masivo para vender cosas.
-Sí. Y funciona bastante bien. Creo que, a veces, el mismo hecho de que te limiten te fuerza a ser más creativo.
-Y mandar su mensaje de un modo más inteligente…
-Sí, de un modo más drástico.
-Una enorme cantidad de fans lo idolatra desaforadamente y aún así usted se las arregló para seguir equilibrado y mantener una mirada seria y responsable acerca de sí y de su vida. ¿Cómo supone que lo hizo?
-Aunque parezca raro, tiene que ver con lidiar con ambos costados de mi personalidad: lo público y lo privado. Conozco muy bien a la persona pública que muestro. Conozco las reglas, los límites, y sé que cuanto más famosa se hace esa persona, puedo empujar un poquito más. Por otro lado, sigo siendo básicamente el mismo tipo honesto que se dice: “Mantenéte lejos de eso. Está bien, sí, está bien. Pero lo que pensás en realidad más te vale que no se lo cuentes ni a tu mujer…” Ese tipo sigue estando ahí, también.
También intento recordar qué significa el éxito y hasta dónde te lleva. No creo, ni por un momento, ser el gran caballero en su radiante armadura, el eterno valiente. Conozco mis momentos de cobardía y de confusión. Sigo tratando de mejorar esas situaciones, pero no me permito dejarme llevar, porque me estaría dejando llevar por una mentira. Me permito perdonarme y gustarme, aunque mienta. Sigo esperando y trabajando por un mejor Gene Roddenberry.
-El deber principal de los humanistas consiste en ser sinceros consigo y aceptar su humanidad, con todos sus pequeños defectos e imperfecciones.
-Sí. Creo que los defectos e imperfecciones pueden ser hermosos. Pueden ser la prueba de si sos o no sos un verdadero ser humano. ¿Sos capaz de cometer esos errores y de tener esas rabietas que te hacen decir pavadas? Es un gran placer ser humano, aunque no seas perfecto, y aceptarte. Es una experiencia que puede darte una enorme alegría.
-Aún así, usted conserva muy bien su intimidad.
-Sí, mi privacidad, sí. Por eso puedo manejar a esta persona que presento ante el mundo: porque comprendo los límites.
-Diríamos entonces que tenemos básicamente dos Gene Roddenberrys: la persona pública, y la privada. La persona privada permite salir a la persona pública y siempre la empuja a dar un pasito más, toda vez que sea posible.
-Así es, de un modo cuidadoso y controlado. Podés empujar un pasito más a medida de que crece el éxito, pero no la empujes demasiado lejos… porque todo puede venirse en banda.
-Mientras usted hacía TOS, ¿alguna vez pensó que había “empujado” de más?
-Ah, sí. Pero no muchas veces. Diría que fui… no encuentro una palabra mejor… “astuto”. Por lo general soy de arriesgarme demasiado, voy hasta el límite para ver si zafo…
-Usted les hace caso a sus amigos y…
-Sí, a todo tipo de observaciones que me hagan.
-¿Provengan de hombres o de mujeres?
-De hombres y de mujeres. Hay muchas mujeres que me quieren y opinan. Viniendo de una época y un lugar donde te criticaban mucho si demostrabas demasiado interés por la filosofía femenina, creo que hice bien las cosas. Y espero hacerlo aún mejor.
-¿Se considera un feminista?
-Sí, aunque sé que a muchos les causaría risa. Quizá me considero un feminista; o quizá mi ser interior todavía tiene precaución con esas cosas, por momentos. Tengo una secretaria que, por cierto, no me considera feminista; me critica muy a menudo, y yo escucho lo que me dice.
-A mediados de la década del 60 usted hablaba de lo que le parecía obvio: completa igualdad entre los sexos a bordo de la Enterprise, por ejemplo.
-Mi esposa siempre se reía: “¡Eso es lo que proclama en público! Pero vamos a ver si lo practica en casa, ahí hay otro Gene Roddenberry” (Risas.)
-Usted es hijo de la década de los 30, hace poco festejó su cumpleaños 69 y, aún así, lo que hace es vender algo totalmente futurista. Cualquiera pensaría que eso debería hacerlo un hombre más joven, alguien de 20. Pero no: es mérito de alguien que se acerca a los 70. De todas formas, y perdóneme mi discriminación ante la edad, usted no parece de 69.
-Creo que te referís a que, cuando analizo alguna cosa, si me parece un disparate digo: “¡Esto es un disparate!” y sigo adelante. Recuerdo cuando iba a la iglesia, sobre todo los domingos, y la gente decía disparates toda la tarde pero nadie protestaba. Y hoy los predicadores religiosos hacen lo mismo. A vos lo mío te parece raro. Yo me refiero a lo que se dice, y a si es o no es creíble. Ese es uno de los puntos más importantes que les enseño a los guionistas cuando tienen que escribir: “¿Los puntos del argumento se conectan, son creíbles?” Si no lo son, tíren todo a la basura.
-La credibilidad siempre fue el sello distintivo de Star Trek.
-Dentro de ciertos límites.
-Dentro de ciertos límites, por supuesto. Hay elementos de ciencia-ficción en las historias, pero la credibilidad de los personajes siempre ha sido primordial.
-Sí, creo que eso es muy importante en Star Trek. Que los personajes se dirijan desde A hacia B y hasta C de un modo lógico, creíble… Odio seguir diciendo la palabra “lógico”, como Spock, pero siempre pensé que algo, para ser creíble, tiene que ser básicamente lógico si vas a basarte en eso para un personaje.
-Puede sonarle un poco como una pregunta de fan, pero, ¿tiene algún personaje favorito en TOS o en TNG? Sé que hay componentes suyos en todos los personajes, pero ¿alguno de ellos es más “usted” que otros?
-Me pasa algo con cada uno de los personajes, depende de cuándo. Me enamoro de ellos por un rato. Pero a los que más quiero son a Spock y, en la serie nueva, a Data. Sin embargo, puedo decir que Worf, el klingon, se está convirtiendo en mi favorito: cree en cosas valientes y audaces. Pienso: “Bueno, es bueno que alguien sea así, aunque un poco estúpido”. Y no me olvido de McCoy, a quien convertí en la voz de la humanidad. Kirk es un auténtico piloto de aerolínea: cuando volás con Kirk estás seguro de que de una forma u otra algo te va a pasar.
Creo que si yo fuera Dios estos serían mis seres favoritos. Diría: “Sí, este personaje no es maravilloso, pero lo es en cuanto a lo que cree y a lo que consigue”. Escribir es como tener lo mejor de todos los mundos posibles. Es como que te convertís en Dios. Creo que eso es parte del placer y de la alegría de ser un escritor.
-A lo largo de los años y de las dos series lo han presionado muchísimo, tanto en lo público como en lo privado, para cambiar algunas cosas, para que usted dijera cosas que no quería decir. ¿Cómo manejó eso?
-Bueno, hay muchas formas. Lo más fácil que encontré fue simplemente abrirme y esperar, hasta tener la oportunidad de pensar y hablar con claridad sobre el tema. Otras formas de proceder suelen derrotarte. Todos nosotros somos prisioneros de este mundo pequeño e íntimo que habitamos. La vida no es un juego fácil. Eso suena a frase trillada, pero todos nacemos a la vida con muchos deseos y necesidades personales; la mente los convierte en cosas aceptables… y el apuro cotidiano no te da la oportunidad de analizar todas. Lo más que podés hacer es atenerte a ciertas cosas que te suenan fundamentales, pero incluso ahí puede haber trampa. Creo que, en este mundo, un poquito de cordura ya es un triunfo.
-Usted trabajó para la Policía de Los Ángeles desde 1949 hasta 1956. Empezó como agente y terminó como sargento. (…) Una de las marcas registradas de TNG es su mínima cantidad de violencia: Picard, además de capitán de la nave, es un explorador, un filósofo y un diplomático. Mientras muchas personas (oficiales de policía, bomberos y paramédicos) conviven con la violencia diariamente, eso no es tan cotidiano para un ciudadano común y corriente.
-En los primeros días de la televisión, al final de cada western debías poner un tiroteo, sí o sí. Lo que pienso acerca de la violencia en pantalla es muy parecido a lo que pienso acerca del sexo en pantalla. Si vas a filmar una película violenta, hacé una película violenta, pero no me digas que después de veinte páginas de guión no hubo escenas violentas y que por lo tanto ahora deberían de haber algunas: hacé tus películas violentas con honestidad, y después hacé otra cosa. Lo mismo para con el sexo.
En un mundo lleno de temas, parece que sólo hubiera dos temas. Supongo, en el fondo de mi cabeza, que podemos avisarles a los demás guionistas que la violencia y el sexo son sólo dos… de 10 mil otros temas.
-Temas que a la gente le interesaría y que estaría feliz de ver.
-Sí. La televisión tuvo un mal comienzo con respecto a la violencia. Los guionistas no pensaban. Un buen ejemplo es el de los westerns: siempre el pistolero veloz. Muchos años me pregunté por qué tipos que deberían de tener ideas, incluyendo a filósofos, incorporaron a su pensamiento que la violencia es la respuesta a muchas cosas, dado que en la vida sabemos que no es así. La violencia engendra violencia. Mucho de lo que creemos que está mal en la televisión se debe a lo que un guionista cosecha y siembra. (…) La violencia siempre fue parte de la televisión de los Estados Unidos, como ingrediente fundamental de las series dramáticas. Para mí ese es un argumento muy fácil de rebatir.
-En Star Trek las personas analizan cómo superar sus problemas.
-Y más aún en TNG, que es producto de mi madurez intelectual y de mi edad. Solía pensar que la no violencia de Star Trek estaba buena, pero reconozco que hay episodios en los que me desbarranqué: cuando Kirk aceptó el desafío de otra raza, lo hizo demasiado rápido… En TNG cambié bastante mi actitud y mi dirección, porque este nuevo capitán (Picard) no haría cosas así.
-En épocas de TOS, ¿el canal le pidió más acción?
-No, fue parte de la educación de Gene Roddenberry. Siempre me pedían acción y quizás, por mi falta de experiencia, malinterpreté esas demandas y les escribí otro tipo de acción. Luego aprendí que hay otro tipo de acción que requiere una pelea a muerte, o cosas así. También podemos decir que un juicio con pena de muerte puede servir como una excelente posibilidad para un episodio dramático, si lo hacés bien.
En el piloto de TNG hubo un juicio a muerte a cargo de Q, quien señalaba los millones de asesinatos causados por la raza humana. Q había capturado a cuatro personas y las culpaba por toda la historia de la violencia de la humanidad. Si vos tenés a dos hombres desenfundando sus armas el uno contra el otro, o si tenés cualquier situación en la que alguien está a punto de morir, ahí vamos mal. Pero podemos funcionar de acuerdo a montones de argumentos y peligros que no incluyan la muerte.
-Por cierto, el capitán Picard es más filosófico que el capitán Kirk. Para Picard, siempre es: “pará, pensá, hablá y razoná una salida del problema”.
-Así trabajé el personaje. Pero no critiquemos a los actores o a las personas que hicieron TOS. Como dije antes, fueron parte del crecimiento de Gene Roddenberry.
-El comandante William Riker (Jonathan Frakes) es sexualmente activo y a lo largo de varios capítulos lo vimos relacionarse con diferentes mujeres. En un punto, Riker tiene una relación con la consejera Deanna Troi… y no parece nada fuera de lugar, sino algo natural.
-Jamás pensamos que el sexo fuera algo malo, al igual que nunca pensamos que la violencia estuviera mal si era necesaria y si no había forma de evitarla. Creo que lo que intentamos hacer con el Número Uno es que su vida fuera realmente excitante. Ni vos ni yo nos quejamos de que alguno de nuestros amigos tenga una escapada sexual. Me parece que TNG es, entre otras cosas, una serie adulta. Quizás eso nos ayude.
Traduccion y adaptacion para
Guia ST Kohelles.